Cientos de personas se reunieron para despedir a Sarita Montoya, ícono de la ciudad y gran mujer que destacó por ser altruista, defensora de los animales, periodista, historiadora, activista social y poetisa.
En el Templo de la Merced de la ciudad se reunieron familiares, amigos, allegados, compañeros de sus múltiples actividades y más para darle el último adiós ante los ojos de Dios.
Fue una celebración solemne en la que el padre encargado de presidir la celebración resaltó sus grandes cualidades, dijo que vivió plenamente, amiga de Juan Pablo II, siempre buscando el bienestar social, un buen ejemplo de vida, y siempre queriendo cambiar la sociedad.
En el templo se podía ver a diversas personalidades de varios ámbitos, como el maestro Erasmo Romero, Fernando Amate, el Colectivo Omnicultural (al cual perteneció), Rosaura Tamayo de Aplace, amigos, familiares y muchos más que se notaron con tristeza.
Al finalizar, el sacerdote externó que Sarita fue un gran ejemplo, que sería recibida en los brazos de Dios por su gran ejemplo, y que su recuerdo no morirá, perdurará por siempre, ya que “Todos recordarán a Sarita Montoya por su gran valor, esfuerzo, corazón y vida plena hasta el último día”.
Al final, los presentes le dedicaron una serie de aplausos que duró más de un minuto.
Sarita nace un 15 de marzo de 1926, celayense, oriunda de la comunidad de Rincón de Tamayo, sus padres Guadalupe Montoya y Sara Patiño junto con su hermana Lupita, todos dedicados a la agricultura.
Desde muy pequeña, Sarita se mostró interesada en el cuidado del medio ambiente y de los animales, al igual que un gusto por la cultura y la preservación de las artes.