De alguna manera, cada quien tiene sus convicciones; así como cada quien tiene su ombligo y, por lo que a mi respecta, considero que la vida no se mide con base en las personas con las que uno sale o con quienes uno ha salido; no se mide por la fama de la familia, por el dinero que se tiene, por la marca del coche que tenemos, por el lugar en que estudiamos o en donde trabajamos. No se mide por el “estuche” que contenga nuestra estructura física o por el tipo de música que nos guste, sino por lo que atesore nuestra mente y nuestro corazón.
La vida se habrá de medir en función de cómo se conduce uno, sí, íntegramente, éticamente, según como se ame o a quien se dañe. Se mide por la felicidad o tristeza que se provoque a otras personas. Se mide por el cumplimiento o incumplimiento de los deberes éticos; por la confianza que sea respaldada con actos o que se pierda por las traiciones que la avaricia o miedos dicten; a quienes se apoya para bien o a quienes se engaña para beneficio propio o de grupo, de pandilla.
Se mide por el estado de ánimo con que se deja a los demás cuando uno se va o se aleja; se trata de congruencia entre lo que se dice y lo que se hace; lo que sea benéfico o dañino; se trata de si se calumnia o se emiten juicios parciales con que se sustentan los comentarios o aseveraciones.
Se trata de si se es servicial (que no servil) o si se atiende a otras personas o se les ignora intencionalmente; se trata de los sentimientos que llevamos dentro, de los que se manifiestan, de los que alimentan no sólo nuestros corazones sino, sobre todo, los otros; se trata de las decisiones que uno adopte y lo que afecta a otras personas para bien o para mal.
Parece que no pero creo que la vida si es equitativa… en su momento, la balanza de la vida llega a su equilibrio total.
Hacer amigos es fácil pero, conservarlos por los valores, acciones, atenciones, consideraciones, compañía, ayuda, etc., que uno manifieste, es lo difícil. Amistad es cuando se siente un verdadero vacío al momento en que algún amigo parte.
Cuidemos a quienes consideremos nuestros amigos y conservemos aún más a los que nos consideran sus amigos y nos han demostrado esa amistad con hechos y no con lambisconerías o con comportamientos de auténticos “aterciopelaorejas” o por complicidades, ya que éstas, si se observan bien, no son amistades sino intereses.
Nuestros amigos no son los que nos ponen exquisitos manjares al frente en charola de plata con una mano y el acero de la daga en la otra. Los buenos amigos son como los taxis: que cuando llueve, escasean y tenemos que estar conscientes lo que decía el Dr. Louis Pasteur (1822-1895): “Los verdaderos amigos se tienen que enfadar de vez en cuando” y con todo y ello, no olvidar esa voz popular de: “dime con quién andas y te diré quién eres” que, dicho en palabras del escritor español Baltasar Gracián (1601-1658) queda expresado de la siguiente manera: “Cada uno muestra lo que es en los amigos que tiene.”
En mi concepto, esta es una de las partes fundamentales de la vida… salvo su mejor opinión, apreciables lectores.
Universalmente les deseo, hoy y siempre, Salud, para que logremos nuestros objetivos en la vida. Fuerza, para que no nos desalentemos ante las adversidades y, Unión, para que no seamos divididos en nuestras convicciones. Prohibida su reproducción parcial o total. La copia o distribución no autorizada de este artículo y, en su caso, su correspondiente imagen, infringe los derechos de autor.