La tecnología que permite guardar miles de libros en un dispositivo electrónico impone nuevos retos en el ámbito profesional, pero la figura del bibliotecario todavía es imprescindible.
Guardianes de libros, preservadores de documentos y organizadores, formadores de lectores y facilitadores de información, entre muchas otras cosas, los bibliotecarios celebraron ayer su día.
A partir de 2004 en México cada día 20 de julio se celebra el Día Nacional del Bibliotecario, a propuesta de la entonces Comisión de Biblioteca y Asuntos Editoriales de la Cámara de Senadores.
Yolanda Mayela Rosano Reyes, coordinadora de la Red Municipal de Bibliotecas en León, informó que hoy 41 personas se encargan de las bibliotecas públicas en esta ciudad.
Labor de dos décadas
Hace 20 años Celia Zavala Ríos, licenciada en Educación Secundaria, inició su labor como bibliotecaria; se ha desempeñado como técnico bibliotecario y actualmente labora en el área de circulación de la Biblioteca Central Estatal Wigberto Jiménez Moreno.
Originaria de Huanímaro, la Red Nacional de Bibliotecas Públicas le ofreció formación por medio de cursos como procesos técnicos de libros, atención a usuarios, actividades de fomento a la lectura y catalogación, entre otros.
En 2005 llegó a trabajar a la Biblioteca Central, cuando estaba aún en proyecto.
“Llegué cuando se realizaba el proceso técnico, la parte de procesos de etiquetación, sellado y colocación de alarmas, todo el trabajo que no se ve pero que es básico para el funcionamiento de la biblioteca”, recordó.
Trabajo ‘de corazón’
Verónica Osorio Moreno, licenciada en Ciencias de la Educación y Capacitación, hace cinco años se incorporó a la sala Braille de la Biblioteca Central Estatal Wigberto Jiménez Moreno, y asegura que el aprendizaje en esta área ha sido a través de los usuarios y del diario vivir.
“En este espacio atiendo a grupos de adultos y adultos mayores pero yo llegué primero a trabajar en la sala infantil, en procesos técnicos para recepción de materiales, después en sala general para luego incorporarme a la sala Braille”, señaló.
Lo básico es enseñar a los invidentes el sistema Braille, y que aprendan a desplazarse con el bastón blanco; en la sala se organizan círculos de lectura, tertulias y dinámicas para sensibilizar a quienes sí ven.
“Pienso que mi trabajo es mucho de corazón, inevitablemente uno se involucra en la vida de los usuarios y lamentablemente me ha tocado despedir a algunos, porque ya me tocó ir al sepelio de tres, entonces aquí está el corazón…”, señaló también Osorio Moreno.
Narrador y titiritero
La labor de Jaime García Yépez como guardián de libros empezó en 1986, en la Coordinación Estatal de Bibliotecas en Guanajuato. Hoy es bibliotecario, narrador oral y titiritero en la biblioteca pública Daniel González Negrete.
“Un bibliotecario es… pues haces de todo, la puedes hacer desde tallerista hasta de doctora corazón. Y todo esto se va dando conforme a los años de trabajo porque en la biblioteca se ofrecen talleres, cursos y actividades de fomento a la lectura”, dijo.
A través de cursos facilitados por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, aprendió bibliotecología y lo fundamental para poder trabajar en la organización de los libros.
Músico, poeta y loco
Miembro de la Red Internacional de Bibliotecarios Innovadores por su proyecto ‘Músico, poeta y loco’, Luis Guillermo Gutiérrez Muñoz, encargado de servicios bibliotecarios en la Biblioteca Central Estatal, dijo que la labor se aprende en el día a día.
Gutiérrez Muñoz es licenciado en Lengua y Literatura Hispánica por la UNAM, y después de 21 años como docente de comunicación escrita, historia y literatura, aceptó la invitación para colaborar en las bibliotecas públicas de León.
“Estuve seis años a cargo de la zona norte de las bibliotecas y fue cuando aprendí técnicamente el oficio, pero toda mi vida me he dedicado a la promoción de la lectura. Hace cinco años me propuse promover la lectura de la poesía, al detectar que este género no estaba dentro de los preferidos por los usuarios”, expresó.
‘Músico, poeta y loco’ se lleva a cabo el último jueves de cada mes, y se trata de un programa que reúne poesía y música con otros recursos audiovisuales, actorales o dancísticos.