Si bien la situación económica de nuestro país no ha tenido el incremento que había anunciado al principio del sexenio el presidente Enrique Peña Nieto, sin embargo, ha mantenido un ritmo de crecimiento modesto, no obstante que los pronósticos de muchos economistas eran que a estas alturas estaríamos prácticamente en un crecimiento cero. Se puede decir, entonces, que los tropiezos correspondientes a ese renglón de la vida nacional se han superado, si bien no quiere decir que esto ya se haya controlado de manera definitiva. En efecto, después de la implementación del Pacto por México, en lo que toca a la economía se dijo que a fines del sexenio de Peña Nieto estaríamos creciendo alrededor de un 4% anual, sin embargo, vinieron factores que hicieron imposible que se cumpliera ese pronóstico, la situación de la baja del precio del petróleo drásticamente, así como la devaluación del peso mexicano impidieron un crecimiento mayor al uno y medio por ciento. Actualmente esos tropezones, hay que reconocerlo, están salvándose pues el precio del petróleo ha aumentado y el peso también ha venido recuperando su valor frente al dólar y ahora viene en ayuda el descubrimiento de un nuevo manto petrolífero de importancia y la inversión extranjera. Se sigue creciendo, pues, modestamente. Queda por salvar, sin embargo, un escollo de mucha importancia como es la renegociación del Tratado de Libre Comercio, que puede causar, si no se logran acuerdos favorables dentro del mismo superando las objeciones del presidente de los Estados Unidos, efectos negativos para nuestro país. Habrá que convenir que en el ámbito económico nuestro gobierno la va librando.

Donde las cosas no van bien es en el ámbito de la seguridad pública, pues ahí la situación no está mejorando sino por el contrario tiende a empeorar. En efecto, hace siete u ocho años que la delincuencia organizada, que siempre ha existido, pero que en aquellos años no tenía la presencia pública que ahora tiene a partir de esa época, salió a las calles y los combates entre los miembros de las distintas organizaciones criminales, que ahora se les ha dado el nombre de cárteles, fueron apareciendo cada vez con mayor amplitud y violencia hasta el grado de que el gobierno federal tuvo que hacer que las fuerzas armadas federales salieran a combatirlo realizando labores policiacas. Eso fue sumamente criticado y se pensó que con la llegada de Peña Nieto a la presidencia de la República se efectuaría un cambio en la forma de defender a la ciudadanía. Pero no fue así, la circunstancia de que las policías fueron impotentes para contener al crimen organizado obligó al Gobierno, no solamente a mantener al Ejército y a la Marina Armada en las calles, sino a aumentar su presencia. Esa estrategia seguida para contener a la delincuencia no ha funcionado hasta ahora. El aspecto fundamental de la misma era que las policías estatales y municipales, al igual que en gran proporción la federal, fueran capacitadas para que pudiera contarse con policías competentes y honestos. Tal cosa no se ha hecho sino en una mínima parte. Por tanto, las fuerzas armadas federales siguen realizando labores policiales, aunque se diga que solamente apoyan a las policías. Este primer tropezón en el ámbito de la seguridad pública hace que el nuevo sistema de justicia penal se esté convirtiendo también en otro que si no se atiende adecuadamente puede lograrse un híbrido que mantenga la apariencia del sistema acusatorio y oral, pero que en el fondo tenga la idea imperante del sistema penal anterior, en cuanto a la prisión preventiva y a la disminución de las garantías que ahora han tomado un papel fundamental por el respeto a los derechos humanos. Parece ser que otro punto de la estrategia del combate a la delincuencia es la aprehensión de los cabecillas de los carteles y demás organizaciones criminales de fuerte presencia en México.  Tal estrategia no está funcionando. Sí se han aprehendido a muchos de aquellos, pero siempre hay otros que ocupan su lugar y la organización solamente cambia de nombre, pero sigue actuando igual o peor que la anterior. Un tropezón más.

En el combate a la corrupción tampoco se han podido estructurar completamente las instituciones diseñadas y se está convirtiendo en otro tropezón de importancia, pues parece que hay obstáculos políticos para que entre en vigor plenamente.

Esos tropiezos y algunos otros no parece que puedan ser corregidos en lo que falta del sexenio pues no hay datos que permitan suponerlo, de ahí que la petición del Secretario de Gobernación Osorio Chong de que se tenga fe en el Gobierno difícilmente podrá ser atendida, la fe se gana con los hechos que permiten sustentarla y no simplemente pidiéndola. Lamentablemente en el ámbito de la seguridad pública los hechos relativos de los tres niveles de gobierno no permiten, a mi juicio, otorgar esa confianza extrema que pide.

 

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