Javier Luis Torrente dice no sentir miedo y vaya que debe superarlo porque dirige con una soga al cuello.
Las dos derrotas en el arranque de la Liga y una débil idea futbolística desde el anterior torneo, recrean una novela en la que el domador es el protagonista y bien pudiera titularse como la Crónica de un Cese Anunciado.
No se ha expresado públicamente por la cabeza del club algún ultimátum, pero tampoco un espaldarazo que asegure que el argentino continuará en el banquillo más allá del sábado si el triunfo no aparece.
Para mantenerse, Torrente se aferra con lo que puede y a lo que se pueda, hasta a la ilusión de tener un buen partido contra La Máquina que le dé tiempo para respirar.
Un nuevo tropiezo sentenciaría lo que casi la totalidad de la afición leonesa pide, y como un empate no parece suficiente, una victoria contundente será la única vía para extender la vida del técnico aquí.
El semblante de Torrente en su última su aparición ante la prensa fue de preocupación, serio y seco en sus palabras. Sigue fiel a su creencia de que ha dirigido bien al equipo y que aún es prematuro evaluarlo, en una postura digna de cuestionamientos.
Si no habrá tolerancia para una caída más en la fecha tres, mucho menos para siete juegos, lapso que se pone Torrente para una veraz valoración de su chamba.
Mañana jugará solo contra el mundo: contra los once de azul que quieren ganar de visita, contra los tres de negro cuyas fallas pueden provocar una derrota, contra miles en tribuna que no le perdonarán errores y también, a expensas de lo que hagan los once de verde en el empastado.
Cada vez que un técnico se la rifa en calidad de ‘o ganas o te vas’, circundan en torno al partido una serie de situaciones que pueden influir positiva o negativamente.
Una de estas es preguntarse ¿con quién cuenta Torrente?
El timonel se ha casado con jugadores que no han dado el ancho en el apremio. Yarbrough, Cornejo, Pereyra o Burbano por ejemplo.
Está en el entrenador decidir si cambiar o jugársela con las mismas cartas.
Por ello, la otra pregunta sería, ¿los Esmeraldas se matarán en la cancha por Torrente?
Hasta el momento, no he visto un comentario firme de que las fieras estén con garras y colmillos con su técnico. Ni en medios de comunicación ni en redes sociales como hoy se estila.
Efectivamente varios jugadores han defendido su entrega al futbol y a los colores del León, pero hasta ahí. Y esos sentimientos son lo mínimo que se les exige a quienes portan el escudo de La Fiera.
No acuso que quieran ‘tenderle la cama’, pero está claro que no hay identidad entre técnico y jugadores como lo hemos visto en otras ocasiones. Aquí es donde se pone la cosa escabrosa.
Éticamente La Fiera deberá salir a ganar como en cada juego, más ahora que es contra uno de los llamados grandes de México, y además, es en casa.
Otro cuestionamiento sería entonces, ¿la victoria mejoraría la relación en el vestidor o simplemente alargaría la agonía del timonel?
Si se gana, habría que preguntarles a los Verdes si fue por el amor al juego, por el orgullo de todo futbolista, por los colores del Club o en esta ocasión, por su actual técnico.
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