El régimen de Irán ha ejecutado este jueves a un joven que fue condenado a muerte cuando tenía sólo 16 años, acusado de asesinato y de forzar sexualmente a otro varón. Irán, un país donde la homosexualidad se puede llegar a castigar con la muerte, ha desoído así los reclamos de defensores de derechos humanos que denunciaban tortura y otras irregularidades en el caso, y exigían el respeto a los derechos internacionales de los niños. De acuerdo con Amnistía Internacional, es la cuarta persona ejecutada este año en el país que había sido arrestada y condenada antes de cumplir 18 años.
Alireza Tajiki tenía 21 años cuando murió en la horca, después de estar en prisión desde los 15. En mayo de 2012, un amigo de Tajiki fue apuñalado. La policía lo detuvo junto a un grupo de jóvenes por el asesinato y violación de la víctima. Tajiki estuvo dos semanas recluido en aislamiento y se declaró culpable de ambos delitos, pero en cuanto tuvo acceso a su familia, aseguró que había sido sometido a brutales palizas, latigazos y que lo suspendían de brazos y piernas para que confesara. Un año después, fue declarado culpable y condenado a muerte.
En Irán, la mayoría de edad para votar se concede a los 15 años, y en el caso de la justicia, se considera adultos a los niños a partir de los 15 y a las niñas desde los nueve. Esto a pesar de que la Convención sobre los Derechos del Niño de Naciones Unidas, ratificada por el país islámico, estipula que no se puede condenar a muerte a menores de 18 años. Amnistía Internacional ha identificado que actualmente hay 89 personas en el corredor de la muerte a pesar de haber delinquido antes de esa edad.
En 2013, el mismo año en que fue sentenciado Tajiki, hubo una reforma al Código Penal Islámico para que los jueces pudieran determinar castigos alternativos si consideraban que la persona no había alcanzado la “madurez mental” en el momento del delito. El Tribunal Supremo iraní anuló la sentencia contra Tajiki por falta de pruebas del delito sexual y para que se revisara su desarrollo mental. Pero de nada sirvió. “En este caso y como en muchos otros, lo han declarado con madurez mental a los 15 años. En sí mismo esto ya es un escándalo. Y luego tras una confesión con torturas y malos tratos, lo condenan”, critica el portavoz sobre Irán de Amnistía en España, Reinhard Lamsfuss.
“El juicio no cumplió con las garantías procesales y por esa razón habría que repetirlo, para averiguar qué fue lo que realmente pasó. Porque tal como se hizo, no es posible saberlo.”
La ejecución de Tajiki se había aplazado al menos dos veces, según Lamsfuss, gracias al fuerte rechazo internacional que recibió el caso. “Cuando la presión mediática aumenta se suele postergar la ejecución, pero luego se aprovecha un momento de baja atención para llevarla a cabo”, explica. Por desgracia, agrega, en Irán no se da el mismo rechazo por parte de la sociedad, ya que vive en un sistema que no da garantías jurídicas y donde las ejecuciones se realizan como espectáculo público.
Tras la muerte de Tajiki, la organización de derechos humanos ha reprochado a Irán que no cumpla con sus compromisos de protección a los niños. Irán es además uno de los pocos países donde la homosexualidad se persigue y condena hasta con la pena de muerte y fue el segundo país con más ejecuciones en 2016, solo por detrás de China.