“Amas a las personas que has prometido amar… y algunas promesas son para siempre” (libro ‘Almas Gemelas’).
En efecto, algunas promesas son para siempre, el claro ejemplo se encuentra en Delia Alejandra Macías Jiménez y Guillermo González Occelli, quienes luego de varios años de noviazgo, prometieron ante Dios amarse hasta el final de sus vidas.
Su eterna unión se realizó en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, recinto al que acudieron los contrayentes en compañía de sus respectivos papás.
El nuevo capítulo de este amor se comenzó a escribir con la ilusión, el nerviosismo, y la impaciencia de Guillermo, quien esperó ante el altar a la mujer de su vida.
Luego de unos minutos de espera, Guillermo vio ingresar a su prometida a la Casa de Dios, en ese instante, el roce de miradas se hizo presente, y el brillo en su mirar comprobó que el culpable de esa eterna unión, es el amor verdadero.
Luego de escuchar la Palabra de Dios, llegó el momento más esperado, de pie y tomados de la mano, los enamorados se prometieron respeto, amor y fidelidad.
En ese instante, de los ojos de Delia Alejandra brotaron lágrimas de felicidad, seguida de la frase expresada por el sacerdote Pedro: “Cuando sale de lo más profundo del corazón hasta las lágrimas”.
Y así fue, hasta las lágrimas, Delia y Guillermo se demostraron un amor sin final, un amor destinado a combatir las altas y bajas de la vida.
Convertidos en esposos, Delia y Guillermo se trasladaron a Ex Hacienda Arandas, lugar elegido para realizar el brindis por su eterna unión.

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