Aglomeraciones, tráfico vehicular, estrés, conflictos personales. Razones para volverse agresivos hay muchas y parecen aumentar todos los días.
Y aunque la sociedad contemporánea considera políticamente incorrecto la manifestación de la ira, esto no significa que no exista o haya disminuido.
El psicoanalista Alejandro Tamez Morales afirma que junto a la felicidad, la tristeza, el miedo y el deseo, el enojo es una emoción primaria del ser humano.
“Surge como un efecto natural y básico del cuerpo para defenderse y, si es necesario, atacar; cuando aparece provoca ciertos efectos en el cuerpo que son naturales”, comenta.
Teófilo Garza Elizondo, profesor del Departamento de Medicina Familiar del Hospital Universitario, considera que la ira no es mala y es como cualquier otro sentimiento.
“Es energía, la energía por sí misma no es buena o mala, el cómo la usamos o lo que nos motiva a hacer es lo que puede ser considerado útil o no, destructivo o constructivo”, afirma.
Garza Elizondo comparte que se reconocen dos grandes teorías de por qué los hombres reportan niveles más elevados de agresividad que las mujeres.
Una es la biológica, debido a los altos niveles de testosterona, la presencia de ciertos cromosomas asociados a la agresividad y de zonas neurológicas que al ser estimuladas desencadenan crisis de agresividad.
La otra es sociocultural, en la que existen reportes de que la expresión de la agresividad se asocia a la estructura sociofamiliar de la persona y depende, entre varios factores, de la posición jerárquica de ésta, afirma.
“Dice un autor que no existe un ‘monstruo’ de 3 años sin una persona con autoridad en esa familia que lo o la sostenga en sus hombros y lo o la haga sentir con más autoridad que el otro progenitor”, expresa.

Analizar la infancia
Aunque no es imperativo, el origen de la agresividad probablemente se remonta a la niñez, donde se tendría que explorar el ambiente familiar en el que creció el individuo.
El infante pudo haber sufrido de maltrato, violación y otros traumas en esta época que, traducidos, pudieron llegar como irritabilidad a la vida adulta.
“Existe un trastorno llamado trastorno negativista desafiante en el que los niños se portan agresivos, peleoneros y rebeldes ante cualquier tipo de autoridad.
“Otras situaciones son los trastornos de atención, hiperactividad y de personalidad limítrofe. Se vuelven impulsivos y no toleran la frustración”, expresa Tamez Morales.
En personas más adultas, la depresión juega un papel importante para que la persona sea irritable.
“Ellos no toleran la presencia de otras personas, niños o mascotas. Pareciera que son simplemente personas agresivas, pero en el fondo se encuentran en un estado depresivo”, considera el experto.
Tamez Morales menciona que los pacientes obsesivos, esquizofrénicos, maniaco depresivos son personas que manifiestan mucha ira.
Por su parte, Teófilo Garza Elizondo, profesor del Departamento de Medicina Familiar del Hospital Universitario, comenta que los límites entre una persona enojona y una que tiene un problema conductual pueden ser poco claros.
“Existen dos grandes grupos para expresar la ira: uno hacia el exterior, en el cual la conducta afecta a personas cercanas; la expresión puede ser con explosiones verbales en las que ofenden y devalúan a los otros; explosiones conductuales con amenazas, golpes y daños físicos incluidos en ocasiones ofensas sexuales.
“Y las personas que expresan la ira hacia sí mismos: ensimismados, callados y con autoagresiones que pueden llegar hasta el suicidio”, advierte.
Por esto, el primer paso que debe de dar la persona con un problema de agresividad es reflexionar sobre su conducta agresiva y el efecto que tiene sobre los demás.
Después de llegar a la decisión de aprender a controlar sus formas de expresión violentas, deberá de aprender formas menos destructivas de expresión de la ira, por lo que será necesaria la ayuda profesional.
“La terapia involucra compromiso, responsabilidad, respeto a sí mismo y hacia los otros y mucha motivación para aceptar que las personas sienten, piensan y pueden decidir diferente sin estar en contra o ser enemigos”, señala Garza Elizondo.

Estado alterado
Respiración agitada, elevación de la presión arterial, rostro enrojecido, sudoración, cefalea. Éstos son los rasgos más comunes de una persona fúrica.
“Aumenta su frecuencia cardiaca y el flujo sanguíneo hacia el cerebro y los músculos a manera de reacción para prepararlo para la defensa o el ataque”, afirma Tamez Morales.
Aclara que aunque estos efectos no son graves, el enojo recrudece otras alteraciones intestinales, como la gastritis.
“También produce perturbaciones en el sueño que disminuyen la hormona del crecimiento y hacen que la persona se vea más envejecida.
“Además, la persona con coraje puede rascarse mucho la piel, lo que le puede ocasionar una psicodermatitis severa”, afirma el psicoanalista.
El experto resalta la importancia de exteriorizar la ira, esto para que no surja más adelante como alguna patología, como migraña o hipertensión arterial.
Los efectos psicofisiológicos que provoca el enojo son los mismos asociados al estrés y están identificados como una reacción fisiológica a un estado de lucha y huida de los antiguos seres humanos que vivían en condiciones de riesgo y peligro, afirma Teófilo Garza Elizondo, profesor del Departamento de Medicina Familiar del Hospital Universitario.
“Ante una amenaza de ser atacado por depredadores la persona tenía estas reacciones que lo ponían en un estado de alerta para una reacción inmediata, ya fuera para pelear o huir y salvar su vida”, especifica.
Para Garza Elizondo, las reacciones eran un mecanismo ante peligros reales y se repetían cuando la persona volvía a estar amenazada.
“En la vida moderna los riesgos y peligros existen, pero en menor medida, el hombre moderno tiene muchas amenazas, pero la mayoría son de convivencia disfuncional, como relaciones familiares, escolares y laborales”, dice.

Características de una persona fúrica
Respiración agitada
Elevación de la presión arterial,
Rostro enrojecido
Sudoración
Cefalea.
Aumento en su frecuencia cardiaca
El flujo sanguíneo se va directo al cerebro
Músculos tensos a manera de reacción para prepararlo para la defensa o el ataque

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