Cuando Sonny Gilligan salió en su camioneta a cazar conejos, no esperaba recibir un disparo de su propia escopeta… ni mucho menos que fuera su perro quien le disparara.

El hombre de 74 años viajaba en su camioneta hacia el desierto de Las Cruces, en Nuevo México, junto con sus tres perros: Charlie, Scooter y Cowboy.

Mark Gilligan, hijo de Sonny, contó que los animales siempre habían sido muy inquietos.

El hombre había dejado su arma cargada en el asiento trasero, junto con sus perros./ Foto: Pixabay

Vivo de milagro

Al parecer, entre sus juegos, una de las patas de Charlie se metió en el gatillo y disparó el arma por accidente.

El disparo rompió la columna vertebral y varias costillas de Sonny.

El cazador logró llamar al 911 por su celular y el rápido actuar de los cuerpos de emergencia le salvó la vida.

“Me hubiera muerto. Perdí tanta sangre. Sé que estaba literalmente muerto antes de llegar al hospital, pero pudieron reanimarme y traerme de vuelta”, cuenta el hombre desde el hospital.

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