Imagino que todos han notado el cambio en los últimos años de la celebración del Día de Muertos. Ayer di una vuelta por san Miguel de Allende y me sorprendió, además del tumulto en sus calles, aún más pobladas que el día previo al grito de independencia pasado, encontrarme con una buena cantidad de personajes de cara maquillada como calavera, que deambulaba por los empedrados con el mismo desparpajo de los otros vivos.
El miércoles pasado, durante la celebración de Halloween, que aún mueve a personas en nuestro país a marchar para prevenir de las acechanzas del demonio, uno de los disfraces más comunes entre los niños consistía en pintarse la cara de occiso y enfundarse una sudadera roja para parecerse a Miguel, el protagonista de la película Coco. Algunos de los calaveritas completaban su atuendo con una guitarra de plástico blanco donde transportaban su botín de golosinas.
En tres años el cine ha transformado una celebración sincrética que antes huía de los reflectores y se concentraba en las casas y los panteones. Ahora la esencia se concentra en la indumentaria facial y el deambular por las calles en alegre comparsa, algo más cercano al Halloween o al Carnaval de Río.
En tres años, dos películas transfiguraron la festividad: Spectre, filmada en la Ciudad de México cuando todavía se llamaba DF, implantó el show callejero para aprovechar las botargas desechadas por la filmación. No hay noticias de desfile alguno antes de 2015. Aquí rescato un comentario de Altres Costa-Amic Editores a una nota que comenta la ruta del desfile de Día de Muertos 2017 en la capital del país: “Es una pena que siendo México el lugar de origen de una muy antigua tradición llena de significado —algo que el sincretismo no había podido eliminar— el regente* (que no Jefe de Gobierno, si acaso Encargado de Desgobierno) haya tomado la decisión de imitar eso que en una película anglosajona incorporaron como cosa anecdótica, folclórica, curiosita para ambientar al intrépido Bond. Ahora lo que nos venía desde épocas prehispánicas es desechado para hacer una coreografía jamesbondiana alejada de lo que significaba hasta que se inauguraron los desfiles.”
Al sincretismo prehispánico-católico se le ha sumado otro producto de Hollywood. Disney estrenó Coco el año pasado, y en unos meses se convirtió en la cinta más taquillera de la historia de México. El tema musical Recuérdame, se bailará en estas fiestas decembrinas en diversas versiones cumbiamberas y de banda…
Por lo pronto, las ofrendas, que en San Miguel tradicionalmente se ubicaban alrededor del Jardín Allende, se han desplazado del corazón de la ciudad al templo de San Juan de Dios, alejado de todo el circuito comercial y turístico. Mientras en las esquinas de San Francisco y Relox, y en la calle Umarán junto al portal, ahora pululan los puestos y las filas para embadurnarse la cara por módicos $250,-. En Irapuato, el IMCAR promovió también un desfile de caras pintadas el 31 de octubre, aunque ignoro qué tanta acogida haya tenido.
¿Es algo temporal o se arraigará? Depende de muchas cosas, pero creo que el factor predominante no es cultural. Al cuestionar sobre los cambios al dependiente de la tienda de la Casa del Mayorazgo de la Canal, éste respondió con sabiduría: “pues van muy bien, están vendiendo mucho. Así seguirán, creo.” Por lo pronto y mientras el tiempo que todo lo iguala, produce su implacable dictamen, he decidido bautizar a los felices participantes de este nuevo tipo de celebración como Spectrococos, un feliz parónimo con seres que se convierten fácilmente en enfermedad contagiosa y afectan a los más jóvenes, a quienes no han desarrollado anticuerpos en sus hogares.
Quizás en un futuro, en lugar de la construcción de aeropuertos, nos estaremos peleando por erigir un tzompantli tipo sambódromo, algo que genere más derrama económica, claro; o en vez de la tradicional instalación del altar de muertos, se convierta en un ritual poner una pantalla en alta definición con escenas de las películas precursoras… No lo sé, de lo que estoy seguro es que tarde o temprano nos uniremos a ese mundo, porque ya lo decía el gran John Maynard Keynes: “a largo plazo todos estaremos muertos”.
Comentarios a mi correo electrónico: [email protected]