El sexenio del priista, Enrique Peña Nieto, ha sido catastrófico para la educación mexicana, no sólo por la aprobación y aplicación de la reforma educativa y su nuevo modelo educativo, sino por el desempleo al que envío a decenas de doctores-investigadores, formados con dinero público administrado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT).
El sexenio que está por terminar, se caracterizó por el robo a manos llenas, por la censura y persecución de periodistas. El gobierno peñista está entre los peores de la historia de México; fue encabezado por corruptos, ladrones, iletrados e inmorales.
Las universidades públicas están al borde de la quiebra: no tienen dinero. Es entendible que, aunque existen muchas necesidades académicas, no contraten doctores-investigadores. ¿Con qué dinero? La plata se gastó en casas blancas, en los viajes de “La Gaviota”, en los moches y en la abundancia de los desvergonzados de los Duarte, el de Veracruz y el de Chihuahua.
La administración priista que está por terminar endeudó al país, generó inflación y hundió en la miseria a una nación que con Calderón y con Fox, más o menos caminaba y se sostenía. El error histórico de Felipe Calderón fue su absurda guerra contra el narco. El narcotráfico es un negocio trasnacional que está por encima de los Estados-Nación: ningún presidente iluso acabará con él. Vivimos en el capitalismo, sistema económico que todo corrompe, que todo prostituye, que todo comercializa. La premisa es generar riqueza a costa del beneficio de las minorías y del sufrimiento de las mayorías.
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador tiene la obligación moral e institucional, de atender este problema. Conozco doctores en matemáticas, miembros del Sistema Nacional de Investigadores del CONACYT, que sobreviven impartiendo clases en el nivel secundaria, por las que reciben 50 pesos por hora. Es indignante. Me rebasa.
El gobierno de MORENA debe rescatar y aprovechar todo ese capital humano, científico e intelectual que Enrique Peña Nieto despreció y humilló. Los científicos, incluidos los especialistas en ciencias sociales, deben ser fundamentales en el proyectado crecimiento de México. Hoy lo que impera es el desempleo, la miseria, el desencanto y las ganas de emigrar a los Estados Unidos.