El juego terminó con el triunfo de las Chivas, una quinta derrota consecutiva en casa para La Fiera y el presidente verdiblanco con la mirada clavada en la cancha sin responder a las palabras de los que salían del palco.

No hace falta un rostro enojado, lo que urge es una mano firme.

Por donde le veamos no hay nada bonito. De perder en la última jornada el León estaría escribiendo uno de los peores torneos desde que regresó a la Primera División. De ganar en la última jornada podrá ponerle un poco de decoro derrotando a su pariente Pachuca para dejarlo fuera de la Fiesta Grande.

Pero a decir verdad, ni eso sería consuelo porque este 2018 ha sido de pesadumbre, sin Liguilla ni buen futbol, únicamente bochornos.

Ya una vez Jesús Martínez hijo se echó la culpa de todo y se dijo responsable de la elección de los refuerzos y del mal paso del equipo. Ahora nos debatimos en la búsqueda de los culpables del letargo que se vive en el Club León: que si la directiva, que si los técnicos, que si los líderes, que si los refuerzos, que si los jóvenes

De todos ellos, los únicos que tienen su chamba segura en el club son el dueño y el hijo del dueño. No hay ciencia en esto.

Es por ello que la solución está en las decisiones y éstas deben ser de Martínez Jr. como cabeza del club.

Sonando a justificación, él ha argumentado no tener la lana para fortalecer al equipo por aquello del nuevo estadio. Por eso, él mismo deberá sacar de la chistera la magia y la inteligencia que lo llevó a tocar la cumbre del título con este equipo, no una vez, sino en dos ocasiones.

Entonces mano firme, Presi, para decidir si mantienes a un técnico que no ha sido remedio para un equipo que juega con una enfermedad que ya es crónica. Hoy con Ambriz no se percibe un avance ni se tiene la confianza que lo habrá.

Mano firme, Presi, para poner orden en el Club y acallar todas esas versiones de las camas tendidas y de la división del vestidor.

Mano firme, Presi, para decidir si dejas ir al “Matador” teniendo ya en su posición a ese “killer” que traerá las dianas de la euforia o para decidir si lo mantienes poniéndole de nueva cuenta al compinche con el cual fabrique racimos de goles.

Mano firme, Presi, para hacer que se vea el trabajo del director deportivo, que sin pedir que sea un personaje mediático como los hay en otros equipos, sí que se refleje su chamba con la elección de piernas efectivas que defiendan cabalmente al León en la cancha.

Mano firme, Presi, para decidir si le cambias el rostro al equipo ahora o seguimos con la misma tristeza.

Vuelve a tus orígenes, Presi, como cuando del León se hablaba bien en cada jornada, así ganara, así perdiera.

Regresa a ese tiempo, Presi, donde las decisiones valieron más que el dinero para ascender y coronarte con un León insaciable, pues en esos bellos tiempos los Williams, Gullits, Chapos, Aris, Burbanos, Loboas, Nachos, Gallitos y hasta el mismo Matosas, eso tenían en común: no eran mucho y tenían hambre.

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