El pasado 19 de octubre, entraron por nuestra frontera sur cerca de 7 mil centroamericanos, en un contingente llamado “caravana migrante”, la cual tiene como objetivo llevar a Estados Unidos.
Desde ese día muchos han sido los cuestionamientos y señalamientos a todo lo relacionado con el paso de los migrantes por nuestro país. Lo que resulta evidente, es la polarización de las posiciones.
Hay quienes están de acuerdo en la posición del gobierno mexicano de no ser precisamente muy amable con ellos. Hay quienes no estamos de acuerdo con ello y nos gustaría un gobierno más humanista.
Existe gente en contra de que estén dentro del país y existimos a quienes no sólo no nos molesta, sino que estamos de acuerdo.
Hay quienes creen que son delincuentes hechos o en potencia al menos, o que están aquí para robarle el trabajo a los mexicanos. Por el otro lado existimos quienes vemos en ellos seres humanos con miedos, con temores. Seres humanos que se vieron obligados a tomar a sus familias y sus cosas y colgárselas en su espalda, para buscar algo mejor.
Pero hay un tema que verdaderamente me preocupa y es el hecho de que, si hablamos de regalarles un plato de sopa, acercarles un pan, unos zapatos o una medicina, la gente de igual forma no se pone a acuerdo y hay quienes están de acuerdo y quienes no lo están.
¡Eso no debe pasar, eso no puede pasar! ¿Qué clase de personas podemos ser capaces de llegar a ser, que incluso podemos negarle un poco de comida al hambriento o unos zapatos al descalzo?
No pretendo dar clases de moralidad pues seguramente no soy el mejor ejemplo y por el contrario, me falta muchísimo para tener los tamaños para poder decir cómo debe conducirse la gente, pero lo que sí creo firmemente es que cosechamos lo que sembramos.
Las excusas que he escuchado a los mexicanos que están en contra de la caravana, principalmente se centran en campañas en redes aludiendo a que dejan muy cochino los lugares por los que pasan. La gente está indignada de que dejan un cochinero y sí, seguramente pasa eso, pero en todo caso eso es problema de actitud de ellos y nosotros no debemos condicionar nuestras propias acciones a lo que hagan o dejen de hacer los demás, pues al final del día lo que hacemos por los demás no lo estamos haciendo sólo por ellos, sino también por nosotros, pues de esa forma hacemos lo que nos toca por tener un mejor entorno y también educamos a nuestros hijos con el ejemplo.
Es decir, a mi no me importa que los centroamericanos dejen sucio los lugares donde pernoctan, pues si somos sinceros tenemos ciudades inundadas y cochinas, pues la gente en México es en general poco educada, deja y tira la basura en todos lados. Entonces, pues recogeremos la basura que dejen los centroamericanos, tal como recogemos la que dejamos los mexicanos. Por el otro lado si me importa que hagamos por ellos lo que me gustaría que alguien hiciera por mi si estuviera en ese grado de vulnerabilidad.
Es decir, no hablemos de ellos, hablemos de nosotros mejor. Siempre será más fácil encontrar excusas para no hacer, que hacer lo que se debe. Siempre será más cómodo hacer como que volteo hacia otro lado, con tal de no ver y de esa forma ni me entero.
Pero quiero decirles algo, recién pasó la caravana por Irapuato. Fueron más de 4 mil personas. Vi que dejaron sucio, si es cierto, pero también vi familias enteras, vi niñas y niños, bebés, mujeres, mujeres embarazadas, ancianos. ¿pero saben que más vi? Me vi entre ellos. Me vi con la misma cara de miedo, de incertidumbre, de tristeza y la cara de felicidad cuando podían comer algo o darles leche a sus pequeños.
Sería justo pensar que algún día nos podría tocar estar del otro lado. No necesariamente en una caravana migrante, pero tengamos la humildad de pensar que la vulnerabilidad física o emocional puede llegarnos de muchas formas y nos gustaría pensar en una mano o un hombro dispuestos para nosotros.
Tenemos dos opciones: educar a nuestros hijos a dudar a juzgar, a ser duros o enseñarlos a ser compasivos, empáticos y solidarios. Cuando crezcan, esos dos tipos de hijos ¿cómo creen que será nuestra sociedad? Por qué no pensamos que mucho de lo negativo que vivimos hoy en día es precisamente por ello.
No se trata de ellos, se trata de nosotros.