En el Club León, quien se quiera ir, que se vaya. Este es el momento justo para poner las cartas en la mesa y mostrar su juego.

El barco ya se hundió, el del próximo torneo aún no zarpa. Que se quede el que vea futuro en el proyecto, el que se vea llegando a buen puerto, cualquiera que este sea. No se vale sabotearlo antes de que zarpe.

Ante el desliz de Alex Mejía en Radio Caracol, programa que se genera en Colombia pero que se escucha en todo el mundo, y en León se escuchó fuerte y claro, es tiempo de poner en la mesa qué busca el jugador en el León y también ver qué proyecto ofrece el equipo para que los jugadores se queden.

En México, raro es el equipo que no paga, lo económico es importante, pero no lo es todo.

¿Cuántos jugadores quieren seguir jugando para el León?

Si la respuesta fuera por lo mostrado en el último año futbolístico, el León tendría que ir por poco más de doce jugadores al mercado.

Para nadie es un secreto que tras la salida de Matosas y la repentina partida de Carlos Slim como inversionista de Grupo Pachuca, el León poco a poco fue perdiendo el rumbo, se alejó de los resultados positivos constantes, falló en la mayoría de sus contrataciones y perdió las formas; mató una idea de juego con la que no sólo venció, sino que además convenció y convocó: jugar en el León era seductor, todos querían venir a este equipo y disfrutar de ese juego, ser parte de ese ADN.

En medio está la afición, una plaza con más de 70 años de vida, que como pocos equipos en la Liga puede presumir, con siete títulos de Liga y cinco de Copa. Sí, especial; si, con sus modos, pero fiel. Es exigente a tope, no hay tintas medias, por el contrario, siempre espera lo más grande, perdiendo en ocasiones proporción, pero no amor por su equipo.

¿Quién más se quiere ir?

¿Qué jugador se siente extraviado?

¿Quién ve más futuro fuera del León que dentro de él?

Es el momento justo para hablar, para hacerse a un lado, nadie los culpará. Como institución, como organización se viven horas bajas, con más tumbos que aciertos, pero esto tiene que continuar. Y como pasa cada torneo, todos tienen que renovar las ilusiones.

¿Con quién cuenta el Club, pero sobre todo, con quién cuenta la afición?

¿Quién está convencido?

¿Quién quiere apostar en las horas bajas?

No es de cobardes asumir riesgos y administrarlos, analizar, ver su futuro y tomar una decisión. Pero que lo haga ahora, que el que se quede asuma el riesgo de quedarse y una vez que lo haya decidido, que defienda su decisión en la cancha, que lo deje todo, que haga su trabajo en el campo y que los demás hagan lo que les toca.

Pero no se queden a ver qué pasa. Si hay la mínima duda, hagan hasta lo imposible por irse. Si el proyecto no es lo que esperan, no se queden por comodidad, eso sería un acto de cobardía.

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