Hacen falta homenajes. Son románticos e irremediablemente se necesitan en el deporte.
Los últimos ídolos del Club León se han ido ahogados en el mar de las discusiones.
Hoy en el seno esmeralda se vive un tornado donde vemos dar vueltas a jugadores y directiva, catalogados como villanos para unos y héroes al mismo tiempo para otros.
Toda la bronca que se ha generado con Mauro Boselli y la dirigencia verdiblanca es lamentable por darse entre ganchos al hígado y patadas a las zonas blandas.
Cada parte ha buscado escaparates diferentes para dar su versión: que si en los medios locales, que si en la CDMX, que si en Guadalajara, que si no me ofreció, que si sí te ofrecí, que si es ‘grillo’, que si no, que págame la mitad, que pides el triple…
Lo de Mauro se une a los casos de otros admirados esmeraldas que han salido del equipo a oscuras. Aquí se pudrió todo y el segundo mejor anotador de la historia de La Fiera se irá sin fiesta en contraparte a lo que vimos en la última fecha del torneo donde el Grupo Pachuca hasta palco le puso al ‘Chaco’ Giménez en el estadio Hidalgo.
Pero a estos colores tan amados les han tocado estar en manos de directivas, porque no sólo es la actual, que no han logrado establecer con sus máximos emblemas un matrimonio que dure hasta que ‘la muerte deportiva’ los separe.
Podemos contar también el caso de Milton Queiroz, quien vio su salida definitiva como jugador del León una noche en la que fue llamado a las oficinas del estadio y en voz de Carlos Reinoso, timonel en ese momento, se le dijo un ‘ya no más’ como si fuera jugador de Fuerzas Básicas.
Los roces con la directiva de Valente Aguirre propiciaron la ruptura con el ídolo que salió de esta ciudad para irse al futbol guatemalteco donde escuchó el último silbatazo de su carrera como futbolista.
‘Tita’ vio su homenaje, por así decirlo, años después y con el cabello ya en su totalidad cano. Curiosamente fue en la despedida de Jaime Ordiales, que dicho sea de paso él mismo se la organizó en el Estadio León.
Sin embargo, este reconocimiento a ‘Tita’ del que les hablo no fue de parte de la directiva sino de la misma afición que en cuanto lo vio entrar a la cancha se le rindió con ovaciones.
En el León no recuerdo una despedida emotiva para un futbolista, únicamente reconocimientos que pocos toman en cuenta a exjugadores del equipo al medio tiempo de un partido.
Sin estar a favor de Boselli o de la directiva y sí culpando a las dos partes, de nueva cuenta tenemos el adiós de un jugador histórico que se da en los medios de comunicación y no en la cancha, ahí donde sólo se puede dar esa apasionada emotividad con una palma diciendo adiós y miles de aplausos expresando gracias.
Ahí, el único lugar donde se pueden esparcir las lágrimas por todos los momentos de euforia que dan vida a la frase de ‘Ser Fiera es un Orgullo’.
Los ídolos tienen su temperamento y las directivas también. La afición, que vive de los logros y las añoranzas, es la que pierde.
@geraslugo
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