Aparentemente se había reanudado la construcción del llamado NAIM, que es el nombre con el que se conoce el nuevo aeropuerto de Texcoco, la obra más espectacular del gobierno de Peña Nieto, cuyo periodo ha terminado y no dijo, ni puede decir nada al respecto de su construcción y de los bonos colocados entre inversionistas nacionales, pero muchos de ellos entre inversionistas extranjeros, formados por grandes corporaciones, cuyas decisiones no dependen de una sola persona, sino por los respectivos Consejos de Administración o los equivalentes a ellos.
Por decisión de nuestro nuevo Presidente de la República, más conocido por AMLO, pero también mediante “consulta” que al final no tiene nada que la ampare, el “pueblo sabio” formado por los que menos saben de aeropuertos -la mayoría de ellos nunca ha viajado en un avión- opinaron que debería suspenderse la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, que como ya mencioné, se le llama el NAIM.
Esto se hizo a pesar del avance del mismo en su construcción, pero sobre todo por los compromisos contraídos para la terminación del mismo. Este acto de soberbia, porque no lo puedo llamar de otro modo, de nuestro actual Presidente, nos va a costar muchos millones de pesos a los mexicanos, los que no estaban considerados por el actual gobierno, de los cuales, según mi parecer, voy a aportar algunos datos que obtuve del internet.
Un bono es un contrato entre el emisor y el comprador, en el que el emisor se compromete a pagar un determinado interés nominal, por un tiempo determinado y al expirar el plazo, regresar al comprador o inversor, el precio nominal del bono, que en términos financieros se conoce como “par”.
Estos bonos se colocan a través de las bolsas de valores. Los bonos tienen dos precios, el precio de compra y el precio de venta, que se determinan por el éxito o fracaso que haya tenido el bien que se enajena. La diferencia de los dos precios, en términos de la lengua inglesa, se denomina “Spred”.
Se colocan los bonos en la bolsa de valores como ya lo había mencionado, que en el caso del NAIM, que fue de 0,99 US dólares, es decir un poco abajo del 1.00 U.S. dólares, que es el valor nominal del bono. En la colocación primaria es el valor al que el comprador adquirió los bonos y que en ese instante, solo había un solo precio el día preciso de la compra. Se emitieron para financiar al NAIM, 4 series de 6 mil millones de dólares cada uno, dos series a 10 años y dos a treinta años.
El precio del bono no es fijo ni es igual al precio de la colocación de los mismos, si el precio del bono cae, es por la percepción de riesgo, del no pago por diversas circunstancias, en este caso por la cancelación del proyecto y ese riesgo tiene impacto, tanto en los intereses, como el del capital invertido.
Si el precio del bono cae, la tasa de interés sube, para compensar así el riesgo que provocó su caída. Uno de los últimos precios del bono había caído a 0.77 dólares, que por las explicaciones dadas, las calificadoras clasificaron a los bonos, incluyéndolos aun como “bonos basura” o sea una pérdida, que puede llegar a ser total y por eso la deuda soberana del país, se cotiza en 9.75 % de interés y antes de la desafortunada decisión era del 8%.
Los bonos se emitieron en Nueva York con las leyes de NY, entre los inversores, uno de mucha importancia que es el BlackRock, que está en espera para denunciar al gobierno de México, cuando se de a conocer la cancelación oficial del NAIM, ya que tiene dos aspectos que son muy importantes: la cancelación jurídica a través de la cual sigue existiendo la construcción como si nada hubiera pasado y la cancelación política, desde el punto de vista, que atendiendo a esta última, el NAIM ya no continuará.
En forma hábil y para evitar las posibles demandas, nuestro actual gobierno, ofreció a través del actual Secretario de Hacienda, Sr. Urzúa un precio que oscila entre 0.90 dólares, hasta “la par”, es decir 1.00 dólares. Esto le costará a nuestro gobierno, -llámese a los contribuyentes y a todos los ciudadanos de nuestro país-, de 36 mil a 38 mil millones de pesos, en caso de que se aceptara la negociación a cambio de no demandar a nuestro gobierno por la cancelación del aeropuerto, cantidades que tendrían que ser pagadas de forma inmediata.
La pregunta es: ¿qué pasará con el resto de los bonos? La oferta estará vigente hasta fines de este mes de diciembre, que es cuando se espera la cancelación oficial de dicho proyecto. Tiene esto, como objetivo, evitar las demandas y que las calificadoras reconsideren la calificación de los bonos, lo que no deja de ser una maniobra inteligente de nuestro gobierno, para paliar la situación.
Con esta maniobra, el TUA (Impuesto Aero portuario), soportará una menor cantidad de riesgo y que es lo que se supone que pagaba los bonos. Además, hay que considerar otras pérdidas, que es lo construido del NAIM, que es un equivalente a 60 mil millones de pesos.
La inversión de 80,000 millones de pesos en las obras de Santa Lucía, más las adaptaciones al actual aeropuerto y el de Toluca y las vías que hay que construir para conectar dicho aeropuerto, además del tiempo que se pierde entre el traslado de los mismos.
Queda en pie la pregunta de si es buena la decisión tomada independientemente que algunos grupos de tenedores de bonos, no respaldan la oferta de compra de los mismos.