El Presupuesto de Egresos de la Federación le abrió varios frentes al presidente Andrés Manuel López Obrador.

Acaso los más sonados son los que tienen que ver con la asignación de recursos para universidades públicas, incluidas la UNAM y el Poli, la disminución en el presupuesto del que se dispondrá para ciencia y tecnología, así como lo que tiene que ver con cultura. Y de los reclamos en los estados, ni hablemos, porque no terminaríamos.

La tarde de este mismo martes, López Obrador, en una especie de rectificación, dijo que “se cometió un error en la presentación (…) aquí sostengo que hubo un error y que se va a entregar a las universidades lo que les corresponde”, señaló durante un evento en Hidalgo.

Aún así, la señal que se envía desde el Gobierno federal tiene que ver una vez más con que los ajustes no implican recortes reales, sino que el dinero estará mejor repartido y que su utilización obligatoriamente tendrá que ser más eficiente.

El senador Ricardo Monreal lo llama románticamente: “Recortar arriba, incrementar abajo”, pero me parece una visión simplista.

Ahora bien, recordemos que el cúmulo de inconformidades también tienen que ver con la nueva realidad aún no asumida por completo en la que Morena es mayoría abrumadora, y en la que la oposición es todo menos eso, oposición. Algunos incluso navegan con bandera de comparsa, sobre todo los legisladores del Partido Encuentro Social (PES), que mantienen la vela encendida de que un fallo del Tribunal Electoral le devuelva la vida a su partido, que prácticamente ya estaba en ultratumba.

El asunto es que no para todo aplica la máxima a la que se remite el senador Monreal.

La no construcción de un puente, la no conclusión de un camino o la falta de recursos para obras como el tren de Monterrey, se traducen en la no realización de obras de infraestructura que derivan en beneficios para los ciudadanos, y que reditúan económica y socialmente en las comunidades.

Esto es una evidencia de que no hay dinero que alcance para todo, si bien, en el caso de Guanajuato, existen recursos etiquetados para inversiones clave: la rehabilitación de la refinería de Salamanca y la culminación de la presa de “El Zapotillo”, que aunque está en Jalisco, será clave para el abasto de agua en León.

El beneficio de la duda radica en evaluar cómo será ejercido el dinero y si la distribución del mismo realmente marca diferencia en función de cómo se gestionaba en los sexenios anteriores.

Tal vez el ganso no se cansa, pero al menos en el 2019, no alcanzará para todo.

 

El autor es Director Editorial de Quinto Poder y colaborador de am en la Ciudad de México.

 

Twitter: @memocrois

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