Familiares y vecinos de los siete menores que murieron calcinados tras incendiarse su casa en Iztapalapa, de la Ciudad de México, son velados esta tarde en casa de la abuela.
Los siete féretros fueron trasladados al medio día a la casa y los colocaron en el patio.
Cada féretro tiene un papel donde se lee el nombre de la pequeña víctima y son adornados cirios encendidos y cruces de flores. La casa está ubicada en la colonia Santa Cruz Meyehualco.
REZAN Y LLORAN POR LOS PEQUEÑOS
Familiares y vecinos de los menores rezan y lloran por la tragedia que ha constarnado a todo el país.
Estas pequeñas víctimas fallecieron tras incendiarse su vivienda, ubicada en la colonia Buenavista, de la Alcaldía Iztapalapa, la madrugada de ayer viernes.
En el lugar, los bomberos hallaron siete cadáveres de niños de edades entre los 14, 13, 9, 6 y 4 años, así como dos bebés de apenas 2 años, informó la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México (PGJE-CdMx).
LOS NIÑOS ESTABAN SOLOS, SIN EL CUIDADO DE ALGÚN MAYOR
José Antonio Escobar, titular de la Fiscalía Desconcentrada de Investigación en Iztapalapa, dijo en una entrevista a medios de comunicación que ni el padre ni la madre se encontraban en la vivienda en el momento del siniestro.
“Uno de los niños tenía abrazado a otro cuando encontraron los cuerpos. Estaban dos abrazados”, se escuchaba ayer entre las versiones de los individuos. Las autoridades no han confirmado o descartado esta situación.
ERAN MALTRATADOS
Los vecinos han señalado que los pequeños sufrían de maltrato e incluso explotación sexual.
“Siempre andaban pobres, andaban solitos. No comían, cualquiera les regalaba comida, la gente es la que les regalaba comida y ahí andaban en la calle, todos se drogaban, los niños todo el día se la pasaban en la calle”, platicó Reina Trejo, una vecina del lugar.
La señora Trejo reiteró en que cinco de los niños eran hijos de la mujer identificada como Chavela. Otro bebé de una joven llamada Alma. La señora Trejo puso énfasis en un niño de alrededor de unos 12 años al que conocían como “Cruzito”. Era el pequeño al que más ubicaban.
“En Navidad todavía vimos a “Cruzito” y le dijimos: ‘vente hijo, avamos a traer unos tamales”; íbamos a invitarlos a cenar. Estaba Alma, su niña, su esposo y Cruzito. Le dijimos: ‘te vienes al ratito, te vamos a invitar unos tamales’, pero ya no fue.
Itzel Raymundo, otro joven que vive en la misma colonia, dijo que los menores fallecidos “apenas si tenían camas de tablas, algunos colchones, con cobijas y pocos artículos” en su casa. “No tenían gran cosa”, menciona.
“Han sido años en que los niños anduvieron en esa situación [de descuido] y nadie [las autoridades] hizo nada”, agrega.
Con información de Sin Embargo
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