Para muchos no se entiende Salamanca sin la refinería de Pemex. Y probablemente, Pemex no se entendería sin la refinería Antonio M. Amor de Salamanca, Guanajuato. 

La vida de miles de familias de ese municipio y algunos otros depende de lo que ocurra o deje de ocurrir en ese complejo de la “empresa productiva del estado”, que estuvo en paro hasta la semana pasada. 

Un video difundido en Imagen y Radio Fórmula por el prestigiado periodista Humberto Padgett, en el que evidencia las condiciones en las que se encuentran algunos espacios de la refinería, generó molestia en un amplio sector no sólo de los trabajadores petroleros, sino de los ciudadanos salmantinos, quienes lo tomaron como una agresión al orgullo local. 

Cierto es que la refinería estaba en paro, tanto por la falta de materias primas y las innumerables reparaciones en distintas plantas, pero también es evidente que la refinería de Salamanca no existió para el gobierno de Enrique Peña Nieto, y que por eso se encuentra en las condiciones en las que se encuentra, incluida la grave situación de robo de combustible que llevó a cerrar los ductos de ese complejo, clave para el centro y occidente del país, en lo que a abasto de hidrocarburos refiere.

Pero también es cierto que quienes trabajan en la RIAMA no piensan dejar su trabajo o en echar a perder el equipo o las instalaciones de las que disponen. Por el contrario, según varias fuentes consultadas, ya avizoran que en máximo 10 días, empiecen los cursos de capacitación fuera de programa y presupuesto para las reparaciones de gran calado que se proyecta empiecen a ejecutarse en la refinería a partir del segundo semestre del año, según los planes de Pemex. 

En reuniones de trabajo y en conversaciones entre el personal, ya se espera la inversión anunciada por el gobierno de López Obrador para reactivar una refinería que en condiciones óptimas puede procesar más de 250 mil barriles diarios de combustible, pero que ahora apenas se acerca a un tercio de esa cifra. 

El 18 de febrero está marcado en el calendario de los trabajadores petroleros para que las operaciones se reactiven con total normalidad, “porque si todo funciona, a nosotros nos va bien, la ciudad se mueve y a todos nos conviene”, dice uno de los funcionarios consultados. 

“En este momento no tenemos asignado presupuesto para capacitación, pero ya vamos a empezar, porque tenemos que estar listos para lo que viene”, añade. 

“Ahora sí tenemos esperanza, hasta pensamos que el crudo que llegó y dañó las instalaciones, lo enviaron a propósito, con eso de que el anterior gobierno no atendía ya la refinería, se encargaron de vender plantas a particulares y ahí siguen, bardeadas”, añade otra fuente, que señala las afectaciones provocadas en diversas instalaciones por la utilización de petróleo con exceso de ácido sulfhídrico. 

Sostienen que en el sexenio de Peña “hubo muy pocas reparaciones y muy miserables, cuando anteriormente, para el mantenimiento, había incluso plazas extraordinarias, ingresaba gente eventual, pero en el sexenio que terminó lo teníamos que hacer con el personal que tenemos y nada más”, dice un alto funcionario de la RIAMA. 

De forma paralela, me informan, existe entre los trabajadores un movimiento cauteloso para que exista un cambio en la dirigencia sindical de esa sección del sindicato petrolero, que se hizo de la vista gorda ante lo que ocurría en el lugar de trabajo del que dependen miles de familias en Salamanca, y del que únicamente se beneficiaron los grupos criminales que saquearon el combustible que llevó a Guanajuato a una situación de alarma por el desabasto de combustibles.

Los trabajadores tienen marcado en el calendario el próximo 20 de febrero, como máximo.  

Para cuando llegue el momento, dicen en Salamanca, estarán listos. Y confían en que el silbato de la refinería nunca vuelva a ser silenciado. Por eso resisten.

 

*Director Editorial de Quinto Poder y colaborador de am en la Ciudad de México. 

Twitter: @memocrois

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