Trascendió en estos días, la foto de un documento denominado “Manual para eventos del Señor Presidente Andrés Manuel López Obrador en Estados de Oposición”, atribuido al partido Movimiento de Regeneración Nacional. En la foto del mismo se alcanzaba a leer la “estrategia” de convocar a beneficiarios de dos programas sociales impulsados por el actual gobierno federal y de otorgarles dichos beneficios durante estos eventos para asegurar su asistencia; también se vislumbraba la “obligación” de abuchear durante las intervenciones del mandatario de la entidad de oposición de que se tratara.

Ante la difusión del documento, representantes de los partidos de oposición solicitaron públicamente una explicación al respecto y advirtieron con proceder legalmente. En Guanajuato la noticia adquirió mayor relevancia, pues fue días antes del primer informe de gobierno del actual sexenio que incluía la asistencia del Presidente, dentro del cual, naturalmente, levantaba inquietud saber si quienes asistieran se comportarían como el manual de abucheos dictaba. Contrario a las expectativas, no hubo conductas como las del dichoso documento y, al contrario, el Presidente reconoció que el Gobernador del Estado “la libró.”

Y bien, ¿qué tienen que ver estos hechos con los derechos humanos? Que son una oportunidad para abrir la reflexión acerca de si, mas allá del mínimo respeto que se espera entre titulares del Ejecutivo y más allá de pertenecer a partidos opuestos, ¿en realidad son tan diferentes estos personajes que reciben porras y aplausos?

En materia de derechos humanos y perspectiva de género, nos atrevemos a decir que no. Si bien ambos incorporan constantemente estos temas en sus discursos, e incluso de forma escrita en políticas públicas -¡faltaba menos!-, las realidades de las personas que gobiernan aún distan de ver garantizados sus derechos humanos.

En el caso del Presidente, este ha demostrado que las mujeres no son una agenda prioritaria. En su discurso con motivo del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, tuvo las agallas de decir frente a un grupo de 300 mujeres, que lo primero era la corrupción y la impunidad, desconociendo por completo que muchas de las víctimas de estos fenómenos tienen rostro de mujer. Solo como ejemplo podemos mencionar a aquellas que fallecen en el parto debido a la falta de infraestructura o medicamentos que no se cuentan porque los fondos destinados para ello desaparecieron.

Por parte del Gobernador, aunque aprovecha muchas oportunidades para hacer énfasis en su compromiso con las mujeres, se sabe que por su afiliación política está en contra de los derechos reproductivos y el derecho a decidir. Además, como lo ha difundido también este medio, es bien conocido que la violencia contra las mujeres en nuestro estado no se ha reducido.

Sobre el tema de personas Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex resulta evidente que tampoco es un tema que interese a ninguno, pues no les ha merecido siquiera decir estas palabras públicamente. Para ambos, pareciera que las personas LGBTI son una población que no merece la pena ni siquiera ser dicha en voz alta, mucho menos una población a la que haya que incluir en políticas públicas.

Ni abucheos ni aplausos son estándar de evaluación de un buen o un mal gobierno, preocupa que la discusión e indignación de algunas figuras públicas alrededor de los mismos tome tanta importancia, habiendo otros temas sobre los cuales pronunciarse y trabajar. Las personas en mayor situación de vulnerabilidad en México no están para aplaudir ni abuchear, están para ser escuchadas y para garantizar el ejercicio de sus derechos humanos.

 

Amicus, “Derechos Humanos por el cambio social”

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