on una trayectoria extensa y reconocida en nuestra ciudad, como leonesa destacada, la licenciada María de los Dolores González Torres, actualmente ocupa la Notaría número 90 de este Partido Judicial.
Resulta pertinente referirme a esta gran mujer, profesionista acrisolada en la docencia en diversas instituciones educativas y en el servicio público, tanto en el Ministerio Público Estatal como en la Universidad de Guanajuato, precisamente porque el viernes próximo pasado, 8 de marzo conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, institucionalizado por decisión de las Naciones Unidas en 1975, aunque inicialmente se denominaba “Día Internacional de la Mujer Trabajadora”, como una forma de reconocer la lucha de la mujer por lograr la equidad de oportunidades de trabajo y desarrollo ante las del varón y qué mejor ejemplo el de la abogada González Torres a quien nos referimos.
Recuerdo haberla conocido allá por principios del año 1966, cuando siendo Agente del Ministerio Público, también impartía clases en la Escuela Secundaria donde yo estudié, en la Escuela Técnica Industrial y Comercial número 13, siempre elegante e impecablemente vestida, cuando por cierto en esa época era notorio su embarazo y aún así cumplía con sus obligaciones íntegramente.
Posteriormente, por azares del destino la volví a encontrar en la Escuela Preparatoria de León, también impartiendo clases, pero con más cercanía tuve la oportunidad de tratarla cuando laboré en el Juzgado Primero Penal, pues ella fungía en 1968-1969 como Agente del Ministerio Público adscrita a dicho Tribunal.
Como parte del trabajo que me encomendaban las demás secretarias y mecanógrafas, en tono y postura de broma o para fastidiarme, me enviaron con los expedientes a recabar las firmas de la licenciada Lolita González, como era conocida, cuando acopié los expedientes y me dirigía hacia la Fiscalía de la abogada González, escuché cómo se reían las compañeras y hasta murmuraron: “A ver cómo le va”.
Al estar en presencia de la licenciada González, comprendí la postura de mis compañeras, en especial la de Rebequita García quien le tenía mucho miedo, pues tuve frente a mí a una mujer de carácter fuerte, ilustrada, con don de mando, exigente y perfeccionista; por decirlo de alguna manera, muy preguntona con su interlocutor.
Sin embargo, en lo que me preguntó todo lo que quiso estuvo firmando los expedientes y cuando terminamos me despidió afectuosamente. De ahí en adelante continué llevando siempre los expedientes a firma a las 2 de la tarde en punto y entablamos una relación amistosa de diálogo y de muchos consejos que me proporcionó como una auténtica Maestra.
Obviamente, una persona con esas características como ella tenía una proyección y un futuro favorable de ascensos en la Procuraduría General de Justicia del Estado.
A raíz de esa amistad que surgió entre ambos, me servía de guía un tiempo al principio de mi carrera de Derecho allá en la UNAM, a través de llamadas telefónicas, cartas o visitas que hacía yo a mi ciudad de León. La identidad entre ambos se acrecentó cuando ingresé a trabajar a la Procuraduría de Justicia del entonces Distrito Federal, pues los diálogos versaban mayormente sobre aspectos del trabajo.
Hacia mediados de los años 70s había logrado ascensos, destacando directamente en las oficinas centrales de la Procuraduría y su esfuerzo se compensaba, además empeñándose en los cuidados a su hijo Luis Felipe y a su señora madre de nombre Catalina, a quien recuerdo con cariño por sus atenciones, pero que poco a poco disminuía su capacidad visual.
Con mucho rigor y estricta disciplina atestiguamos muchos de sus amigos la forma en que educó a su hijo, no solamente en el amor al estudio sino también a las artes y a la cultura en general, no exenta de los sinsabores de la etapa difícil de la pubertad y la adolescencia; pero he ahí la gran labor de la abogada Dolores González, pues el Doctor en Psicología Luis Felipe El Sahili González ha destacado como investigador, como maestro de postgrados y sobre todo con una extensa obra impresa con más de 40 publicaciones, forjando un verdadero hombre de bien y al servicio de nuestra sociedad.
No puedo asegurar si efectivamente ella fue la primera mujer que obtuvo el título como Licenciada en Derecho y Notaría por la Universidad de Guanajuato, pero si sé que, en el grupo de su generación, fue la única fémina y hace poco que celebraron 60 años de haber egresado, se reunieron en su casa sus compañeros sobrevivientes.
También cabe mencionar que antes de que hubiera en nuestra entidad Subprocuradurías Regionales, se implementaron sus equivalentes denominadas entonces como Regiones Auxiliares, encabezando ella como primera mujer en el cargo, la correspondiente a esta circunscripción aquí en León, responsable del mando sobre todos los agentes del Ministerio Público de esa época.
Actualmente pensionada por su servicio en varias dependencias como ya lo dije, de carácter educativo y de servicio en el Estado, se dedica principalmente a atender la Notaría Pública Número 90 donde oferta sus servicios con eficiencia y honestidad.
La maestra Lolita, como cariñosamente la seguimos llamando sus exalumnos y amigos, es reconocida en nuestro entorno leonés, respetada y apreciada por diversos grupos sociales en los que actualmente interactúa, sobre todo gozando de longevidad y cabal salud. El año antepasado recibió un reconocimiento a su trayectoria otorgado por el Club Rotario León Ejecutivo.