La Enciclopedia de la Lengua define la democracia como: “Una forma de gobierno donde el poder es ejercido por el pueblo, mediante mecanismos legítimos de participación en la toma de decisiones políticas”.

Dicho lo anterior, entonces, ¿por qué los políticos de oposición y grupos de poder conservadores están muertos de miedo y se rasgan las vestiduras a causa del compromiso que hizo Andrés Manuel en campaña, de consultar al pueblo, a la mitad de su gobierno, si debiera continuar como Presidente o renunciar. Una especie de evaluación y referéndum sobre su actuar y permanencia.

Los mexicanos aprobaron ésta y otras propuestas de AMLO con más de 30 millones de votos, el 53% de los sufragios emitidos en la elección. Esta semana, la consulta fue aprobada en la Cámara de Diputados, por mayoría calificada: “Revocación de mandato.” 

El dictamen establece que podrá convocar el Congreso a consulta a petición del Presidente, o por el 33% de cualquiera de las cámaras, o por lo menos el 3% de los ciudadanos inscritos en el padrón electoral; esto será vinculante por mayoría absoluta de los votos siempre y cuando concurra a votar al menos el 40% de la lista nominal de electores.

Si la esencia fundamental de la democracia es el ciudadano y su participación, entonces cuál es el problema de convocar al ciudadano a expresarse libremente, mediante el voto, para que decida la permanencia del Presidente, o lo eche si el actuar de éste resulta insatisfactorio para la mayoría de los mexicanos. 

Nótese que la consulta es sobre una terminación anticipada (revocación) del cargo para el que fue electo, no una prolongación de su periodo ordinario constitucional.

Es importante caer en cuenta que millones de mexicanos que acudieron a las urnas votaron por un cambio de régimen, no por una alternancia entre partidos, sino por una transformación. 

Millones de ciudadanos rechazaron el statu quo y exigieron una nueva relación del poder político con la sociedad y el pueblo, mediante mecanismos legítimos de participación en la toma de decisiones.

Se está dando una transformación de una democracia representativa (el poder del ciudadano se ejerce a través de un representante elegido electoralmente), a una democracia participativa o directa, donde la voluntad y opinión del ciudadano es ejercida por él mismo sin intermediarios. 

El poder transforma a las personas y eso se hace más evidente cuando quienes llegan a los puestos carecen de honestidad y ética para desempeñar un cargo público, ejemplos sobran en este país.

Lo anterior es el leit motiv de la Revocación de mandato, es empoderar al ciudadano para echar al Presidente ineficiente y corrupto, ¿para qué padecerlo hasta el final de su periodo?  
La política es tan importante que no se les puede dejar toda a los políticos. Es lamentable la reacción espasmódica de partidos políticos y centros de poder económico, que quieren que México cambie sin que nada cambie. Los sujetos del cambio ya no son ellos, sino los ciudadanos que exigen una mayor participación y no solo la emisión de votos para la elección de sus candidatos. 

La ultra derecha, perpetua evocadora de viejos fantasmas de agravios dice que, tras la revocación de mandato, está la preparación para la reelección. 

Pero, ¿de dónde emana tanta esquizofrenia política? El filósofo alemán Heidegger, utilizando la fenomenología de Husserl, decía que el ser humano va interpretando el mundo, todo lo que lo rodea, de acuerdo a la intención de su conciencia, que a la vez se formó en la suma del tiempo que ha vivido. 

Así, dependiendo de esa carga del tiempo que forma la conciencia, se interpretan los hechos que nos suceden y el mundo que nos rodea. 

Así, con la carga del tiempo, esos opositores, con una conciencia distante del pueblo, ahora se mueren de miedo ante la consulta ciudadana, el pueblo, la opinión pública, porque nunca la escucharon. 

Por lo tanto, la reelección está sólo en la conciencia de los detractores del nuevo régimen como el fantasma del miedo para asustar y manipular a los mexicanos, como lo han hecho secularmente.

El miedo al fantasma de la reelección ya fue utilizado por los enemigos de los gobierno en turno de Miguel Alemán Valdés y Carlos Salinas de Gortari.

En la historia de la humanidad, la utilización política y religiosa del miedo está bien documentada, se implementó para insertar hasta la médula del parroquiano el temor mezquino de que si actuaba las cosas podrían empeorar. El miedo paraliza, retrae e impide reaccionar para avanzar. 

Este miedo, que puede ser manipulado para dominar a otros, fue utilizado en su campaña por Felipe Calderón, quien contrató al español Antonio Sola, maestro de la ficción del miedo en campañas políticas, para vencer a AMLO. 

También lo utilizaron el conservador Consejo Mexicano de Negocios, los 50 más ricos de México, pagando millones de pesos para hacer el documental “Populismo en América Latina,” como parte de la campaña negra contra AMLO.

La revocatoria de mandato no es nada nuevo, tiene una historia que se remonta a la antigua democracia griega. En la actualidad aparece en varias constituciones para castigar al funcionario electo que no esté cumpliendo con sus responsabilidades. 

¡Atención! detrás del borrego de la reelección, que propala la oposición, está la pequeñez de los partidos ante las elecciones intermedias.

Y, aún más, si se incluye en la boleta la consulta de la revocación de mandato de AMLO, que goza de una popularidad sin precedente histórico del 80%. 
Además, les aterra imaginarse llegar ellos eventualmente a la Presidencia y enfrentar una revocación de mandato.

No se deje asustar con entelequias inventadas por los partidos perdedores y los que quieren que nada cambie, porque el miedo paraliza y le impide avanzar.
 

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