“Quien escandalizare 

a niños y niñas, más le 

valiera atarse una rueda de 

molino y arrojarse al mar”.

Exhorto bíblico a los perversos

 

Dintel: Varios legisladores, principalmente doña Celeste Gómez Fragoso, han objetado el formato para las comparecencias de los secretarios del Gobernador, luego del informe. Dicen que no cumple el sistema y es muy cansado. 

Tomemos un trozo de esa realidad para advertir si hay miga, jugo, elementos de juicio en tales presentaciones o se carece de capacidad reflexiva por parte de algunos oyentes que ocupan las curules.

El doctor Daniel Alberto Díaz Martínez, secretario de Salud en Guanajuato, al acudir ante el Congreso, abrió ante nuestros oídos y para sorpresa de todos, una especie de caja de Pandora.

Acudió a lo que se denomina “Glosa”, que es ampliar o clarificar textos, ideas, presentadas por el Gobernador en reciente informe.

El galeno informó que “son a los 13 años de edad el promedio en el que un número importante de niños y niñas empiezan a experimentar con alcohol y tabaco”. 

“Los mismos familiares les dan a probar esas sustancias que son sumamente adictivas”.

Y algo peor: el consumo de la droga conocida como cristal ya le pelea el sitio a la marihuana.            

Esos datos tienen qué cimbrar nuestra conciencia pues se trata de una trampa mortal forjada, en mucho, por los adultos.

(He indagado en literatura e historia para concluir que ni en los consumos de opio en la antigua China, ni la mafia siciliana o los contrabandistas norteamericanos pervirtieron a los niños. Quien tenga datos en contrario ayúdeme con esa ilustración).

Un tío, el abuelo, apoco el mismo padre, en un cuarto consumen la yerba delante de los pequeños a quienes, quiérase que no, los hacen inhalar la sustancia. 

Si el tabaco, hasta para las víctimas pasivas, es dañino, no nos vaya a salir alguien con la “puntada” de que la cannabis resulta inofensiva.

Y les doy otro dato comprobable, tan letal en la conducta y voluntad de los niños, ya que existen padres o familiares que mandan a los pequeños por el carrujo. 

“Dile a fulano -o fulana- es lo mismo, que me mande lo que ya sabe”. 

Los pequeños con la mayor natualidad del mundo, hacen “el mandado”. Si no saben de qué se trata, muy pronto lo descubrirán. No van a suponer que esa yerba o piedra son  degradantes o perjudiciales, si su familiar lo consume, “no tiene nada de maldad”, podrán suponer. De ahí a experimentar, no hay más que medio paso.

En cuanto a las adicciones se avanza, como planteó el compareciente, a grado que el consumo de cristal ya alcanza en índices a la cannabis o marihuana. 

Y pensar que hay personajes de alto nivel político promotores de la marihuana como diversión;  le llaman consumo “lúdico”, o sea para pasarla con amenidad, alegría. Un ex Presidente empuja el tema hasta con congresos internacionales. ¡Pobre hombre tan urgido de “negocios”!

Pensemos siquiera un poco en que el cigarrillo tiene un alto impuesto que, teóricamente, debe aplicarse para curar a los enfermos que se dañan con la nicotina, especialmente de los bronquios; pero la realidad es que llega un momento en que el daño es irreversible o sea que no tiene más que un final trágico, peor cuando se ha demostrado que tal gravamen no se canaliza totalmente para lo que fue acordado.

Ahora con la marihuana y otras drogas, que dicen los que las ponderan para consumo “lúdico”, ¿no se les ocurrirá que se aplique un porcentaje para las clínicas que atiendan a los adictos?

Bueno, en realidad lo ha planteado el doctor Díaz Martínez, los centros de recuperación para quienes se inician o avanzan en esas adicciones, ya existen. Hay clínicas en donde se dan servicios a externos o ambulatorios, otras, en casos graves, son para internos. 

Aquí viene una reflexión de fondo: este gravísimo problema es un reto para toda la sociedad; para usted, para mí y cuantos formamos el conglomerado humano.

¿Qué ocurre entonces? Que nos hacemos sorditos, ciegos voluntarios o indiferentes. Volteamos al éter o ponemos la mente en blanco para no hacer caso si un vecino, pariente o amigo es adicto a las drogas. Tenemos miedo de darle un consejo, encaminarlo hacia su recuperación. 

Ya hay Alcohólicos Anónimos (AA), neuróticos anónimos, instituciones que han dado y siguen dando excelentes resultados. Pues para los aficionados a otro tipo de drogas están, como lo ha dicho el titular de Salud, doctor Díaz, las clínicas que por si algo faltara dan servicio gratuito. 

Si usted, hay que repetirlo, tiene un familiar, vecino, amigo o simple conocido adicto, no se lo recrimine ni lo coloque al margen social o afectivo; pero convénzalo o convénzala de que acuda a los servicios profesionales en donde le ayudarán para que se encuentre con otro horizonte completamente humano.

Si no ayudamos, principalmente para rescatar a esos niños y niñas que están siendo llevados al precipicio, seremos cómplices por omisión. 

Es natural que a un problema crítico, como el que se nos plantea, le tengamos escozor o hasta miedo pero miren, lector o lectora estimados, hagamos un ejercicio meramente imaginativo: supongamos que a un niño o una niña, un ser malvado lo lleva a un puente o desfiladero, para que se arroje y nosotros estamos a un metro del punto casi trágico, ¿nos quedaríamos con los brazos cruzados, sin actuar? Estoy seguro que la respuesta es no.

En la caja de Pandora había muchos males, pero entre ellos un bien: la esperanza.

Esa virtud hay la urgencia de activarla pero ya y ahora, para salvar a esas generaciones que los perversos tratan de corromper.

Ayudemos a rescatarlas, para el bien social y humano.

¿Reflexionarán en todo esto nuestros diputados y diputadas a quienes les falta esquema para el glosario? Ojalá que la respuesta se la den a ellos mismos.

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