El “huachicol” o “guachicol” es una palabra del español mexicano que se usa para nombrar al combustible (gasolina o diésel) adulterado o robado. Hoy es ampliamente usado para sinónimo de robo. Pues el robo de agua también existe y o bautizaremos aquí como “aguachicol”. 

Ahora sabemos que son numerosas las pérdidas que tienen los sistemas públicos que transportan productos. La electricidad que produce la CFE los tiene; no se diga el combustóleo y el gas que transporta Pemex; los sistemas de agua tampoco están exentos. 

En México, todas éstas pérdidas se traducen en costos altos y se trasladan a los precios y por tanto a los consumidores. Todos estos sistemas de transporte tienen mermas o pérdidas; ya legales, ya ilegales. Desde luego que las empresas rentables y competitivas incluyen estrategias para reducirlo o eliminarlo. 

Veamos un caso emblemático en León: al agua. Desde que la Conagua que no tenga clausurados numerosos pozos. Desde las plantas de tratamiento estatales que, construidas, no operan. Pero vayamos a analizar y proponer soluciones a ésta, la cuenca más agotada de todo el País: el Bajío. 

Tenemos en la ciudad a “huachicoleros” del agua. Son pozos clandestinos, fraccionamientos no regularizados, fábricas con pozos domésticos, pérdidas técnicas del agua, tomas de agua no registradas. 

Todo esto representa un porcentaje importante no facturado que no ingresa a las cajas de pago y que, como comunidad, perdemos.  

Es el agua que tanto hace falta para almacenarla, para racionalizarla, para que permanezca en el tiempo para las siguientes generaciones. Se agota el tiempo y el líquido. 

La presa El Zapotillo fue la apuesta que hizo SAPAL en lugar de haber invertido los ahorros que tiene en el banco en miles de créditos para incentivar a los ahorradores, a escuelas, a clubes deportivos, a fábricas, a casas que quieren pagar menos a SAPAL. 

Hoy, en el contexto, la presa es inevitable y necesaria. Urge la negociación de Guanajuato con Jalisco para dar y entregar agua en dos estados que tienen sed y terminar El Zapotillo. 

Nosotros con el trasvase de la presa Solís y ellos permitiendo acabar la tubería que nos traería agua.

El banco SAPAL tiene un activo intangible enorme: las bases de datos y patrones de consumo de agua de todos los leoneses. Podría comercializarse en beneficio de la ciudad, de modo que el SIAP pudiera contar de inmediato con una base confiable, por ejemplo, para servicios de limpia, para catastro y los demás servicios municipales. 

La oportunidad que tenemos como ciudad y junto con nosotros, SAPAL, es enorme. Se trata de crear un gran banco que financie a los ahorradores,  generando rendimientos financieros. 

Es cuestión de poner a trabajar los dineros que guarda, para invertirlos en proyectos que generen riqueza e incrementen las reservas y éstas se transformen en formar capacidades de ahorro y uso eficiente de agua. 

SAPAL se ha administrado bien; no tenemos deuda en la práctica, pero tampoco generamos riqueza; nuestros dineros descansan en bancos a tasas de menos del 6% anual, en tanto la inflación las pulveriza para comprar tuberías para el Zapotillo. 

¿Es labor de SAPAL generar riqueza? Sí. Les diré por qué: proteger el Valle de Señora y, su recurso más escaso, el agua, no es sólo asunto de coherencia en nuestra vida diaria, sino -en el caso de las políticas públicas-, de nuevos paradigmas para plantear los problemas y resolverlos.  

Hay dos grandes enfoques para resolver el problema del agua en el mundo: el primero es explotar más las aguas subterráneas (mantos freáticos) y construir también presas (tecnología ya obsoleta) y, por otro lado, desarrollar tecnología para el reciclamiento y uso eficiente del líquido. 

El primero es el que desarrollaron los egipcios construyendo la Gran Presa de Asuán; el segundo es el que aplicaron los israelitas, poseedores de las mayores industrias del agua. 

¿Hay condiciones para crear el banco SAPAL? Sí. Somos millón y medio de leoneses y el consumo per cápita ha bajado a 80 millones de metros cúbicos, en mi opinión por tres razones: elasticidad al precio (no hay otra manera de bajarlo que subiendo tarifas), la cultura ciudadana de cuidado y sin duda a que SAPAL cuenta con tecnología para el reúso de agua tratada, tomas públicas, produce energía eléctrica con gas, entre otras acciones encaminadas a optimizar el recurso. 

Pensando en términos económico-financiero, la probabilidad de una gran sequía puede afectar el valor de la tierra y de las construcciones, industrias, etc. asentadas en la ciudad: la ciudad valdría menos sin agua. 

¿Es entonces probable la Gran Sequía? Es segura, pues el patrón de lluvias ha cambiado y cambiará más todavía de acuerdo a los expertos que forman el Panel Mundial del Cambio Climático. 

SAPAL tendrá cada vez más problemas en surtir de agua, por eso, la solución está en las casas, en el ahorro, en acabar con el “aguiachicol” y transitar rápido, al “banco SAPAL”.

 

*Director de la Universidad Meridiano, A.C.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *