En Palacio Nacional, el presidente Andrés Manuel López Obrador señaló que ha terminado formalmente la “pesadilla de la política neoliberal.” El primer mandatario dijo que el neoliberalismo se convirtió en un sistema que favoreció la corrupción y la desigualdad. 

Así, dio por terminados 36 años de política neoliberal: Declaramos formalmente desde Palacio Nacional el fin del modelo neoliberal, con su política económica de pillaje, antipopular y entreguista. 

Pero, no hay que confundir neoliberalismo con liberalismo. A la Izquierda progresista le queda muy claro la diferencia entre estas dos doctrinas: Cuando un sistema económico supedita la justicia económica a la libertad económica, esta libertad se convierte en libertinaje y podemos calificarlo como neoliberal. 

Por contra, cuando un sistema económico supedita la libertad económica a la justicia económica, podemos denominarlo sin duda alguna como liberal. 

Es decir, el liberalismo económico es el desarrollo de las libertades individuales y, a partir de éstas, el progreso de la sociedad; además, el establecimiento de un Estado de Derecho, donde las personas sean iguales ante la ley, sin privilegios ni distinciones. Muy diferente en el neomercantilismo o neoliberalismo. 

Pero, ¿qué es el neoliberalismo? La política económica neoliberal se comienza a gestar en la década de los sesenta, con los trabajos del economista Milton Friedman, de la Escuela de Chicago, y alcanza su mayor fulgor con los gobiernos de Ronald Reagan, Margaret Thacher y Augusto Pinochet, a principios de los 80. 

Entonces, cundió una euforia por privatizar las empresas públicas, desregulando y bajando los impuestos a las grandes corporaciones. Por desgracia, con este modelo no se ha logrado mejorar las condiciones de vida de la población más desprotegida y vulnerable; al contrario, ha hecho más pobres.

El neoliberalismo no tiene un componente moral, sólo se refiere a la economía. Pretende reducir al mínimo la intervención del Estado en materia económica y social, defendiendo el libre mercado capitalista; pero, siempre, preservando el gobierno el intervencionismo en materia monetaria y de comercio exterior; además, se reserva la facultad de intervenir el sector privado con dinero público en tiempos de crisis; es decir, privatizar ganancias y socializar perdidas.   

En México, se fue abandonando el Nacionalismo Revolucionario, para dar paso a las políticas neoliberales que empezaron con Miguel de la Madrid: un puñado de jóvenes economistas, partidarios de sustituir al Estado por el mercado, maniobraron y arrebataron el poder a los políticos tradicionales. 

Ya en el poder, los tecnócratas se dijeron portadores de una ideología que presentaron como la quinta esencia de las ciencias económicas, superior a todas: neoliberalismo.

Las políticas neoliberales en materia económica, impuestas tanto por el FMI como por el Banco Mundial, serán continuadas por Carlos Salinas de Gortari, lo que dará paso al Tratado de Libre Comercio; entre otras medidas, se privatizaron los bancos, el ejido, la telefonía y la química secundaria y dio autonomía al Banco de México. 

Para lograr todo lo anterior, hubo que poner al PRI en estado de inanición, para doblegar al gigante, y poder así hacer las famosas concertacesiones y echar abajo el Nacionalismo Revolucionario.

De este modo, los tecnócratas decidieron que el camino era una modernización selectiva, una especie de Perestroika, para transformar la economía, pero preservar y usar a fondo los instrumentos políticos heredados: autoritarios, antidemocráticos y premodernos, una Glásnost a modo. Fue como el salinismo dio forma a algo que se puede llamar autoritarismo de mercado. 

Los primeros pasos que dieron fue la desincorporación de empresas públicas vendidas a empresarios; entonces, se priorizó la inversión privada nacional y extranjera a la que se le daba grandes facilidades fiscales y de otros tipos… con esas facilidades, pronto, los grandes empresarios acumularon sumas fantásticas de capital y empezaron a formar parte de los hombres más ricos del mundo. 

El presidente Ernesto Zedillo continuó abonando la vida pública con el neoliberalismo, de tal manera que la deuda de los bancos privados se hizo pública con el Fobaproa; además, también se rescató la deuda de los concesionarios privados de carreteras y se privatizaron los ferrocarriles. 

El cambio de partido en el año 2000 en la presidencia, fue para que nada cambiara, las políticas neoliberales, eran las mismas. En política, Zedillo dijo que guardaría una sana distancia del PRI y cantó la victoria del PAN. 

Las recetas neoliberales no han traído bienestar económico a la población, no ha habido crecimiento real del poder adquisitivo del salario de los trabajadores y se han producido millones de pobres en situación extrema que no alcanzan a ganar un dólar diario, viviendo en pobreza alimentaria. El neoliberalismo constituye una adulteración utilitarista del liberalismo. 

Durante 36 años, México ha sido guiado por las políticas neoliberales a contraer una escandalosa deuda exterior de gobierno, empresas productivas del Estado y Banca de Desarrollo, del 42% del PIB, es decir 500 mil millones de dólares. La deuda tiene hipotecado el futuro del país. 

El nuevo régimen por el que votaron los mexicanos exige nuevos planteamientos, una conversación distinta entre los dueños del capital y el Gobierno. En la Cuarta Transformación, la correlación de fuerzas políticas ha cambiado; también, la relación de los mexicanos con el poder político. 

El rol del Estado será más vigoroso y participativo, los mercados no supeditaran al Estado; además, el estilo personal de gobernar de Andrés Manuel establece un antes y un después; su forma peculiar de hacer política y su proclividad a la democracia participativa va marcando el paso del presente, día con día, delineando el futuro… 

¿Estarán preparados los neoliberales, gente muy conservadora, para un nuevo diálogo con el Gobierno de la Cuarta Transformación? Apenas inicia el germen de un nuevo dialogo político& El neoliberalismo nos deja a 50 millones de miserables y, en contraprestación, al hombre más rico del mundo.

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