Tal vez usted, como casi todos, sienta un poco de resaca nocturna por el adelanto del reloj. Algo muy pasajero que afecta más a la gente mayor. Los hábitos pueden cambiarse, pero conocemos su terco pegamento. Ese pequeño cambio nos da buenos frutos, al menos eso lo puede contabilizar la Comisión Federal de Electricidad en ahorros y nosotros los abuelos en ganancia de luz para ver y disfrutar a la familia y a los amigos en plácidos atardeceres iluminados de sol como el de ayer. 

El cambio de horario que nos sincroniza de nuevo con Estados Unidos y Europa, logra aumentar las horas de luz en nuestras agendas y ahorrar electricidad en todo el país. 

Pero la ignorancia y los prejuicios de personajes como el senador Félix Salgado Macedonio van contra ese cambio, tal vez porque nos ajustamos a los países desarrollados. En México ahora está proscrito pensar con los valores de Occidente. 

Los argumentos en contra del horario de verano son sencillos: que cambia el metabolismo, que los ciclos circadianos del organismo se trastornan, que los niños sufren estrés por el horario recortado de un día y muchos pretextos semejantes.

En la Unión Europea dejarán el cambio en 2021 porque Finlandia y otros se quejan. Cada país finalmente es un universo en sí mismo. 

El cambio de horario es mínimo y el organismo no necesita muchas noches para adaptarse. Un ejemplo sencillo puede ilustrar la irracionalidad del rechazo. Conozco pilotos de grandes líneas aéreas o cargueras que han distribuido su vida entre continentes, con cambios de hasta 12 meridianos dos o tres veces al mes. 

Lo mismo pasa con azafatas o empresarios de trasnacionales que reparten sus días entre continentes. Recuerdo que Carlos Ghosn, el gran salvador de Nissan, conmutaba sus horarios entre Francia y Japón como si fuera ir de una oficina a otra. A él le pegó más el choque de culturas que todos sus viajes. 

Que sepa, los pilotos no viven menos ni tienen mayores enfermedades y en ocasiones se resisten a la jubilación obligatoria a los 65 años. Muchos quisieran seguir volando porque su rutina de visitar tierras lejanas y personas distintas los enamora, igual que a los marinos y su casi incomprensible desapego a tierra firme. 

La solución al problema del cambio de usos horarios la dieron dos científicos del MIT que sugirieron establecer un horario único para todo el mundo. Las ventajas de que todos los relojes y todas las máquinas, vehículos y oficinas marcaran siempre el Meridiano de Greenwich, evitaría complicaciones. Para lograrlo, los países y las personas deberían acostumbrarse a cambiar en la mente algo que por centurias hacemos. 

Las comunidades aérea y militar lo hacen con el horario basado en la hora “Zulu” (UTC) donde todos los reportes tienen que hacerse con la hora del meridiano cero. Como ejemplo, si en Inglaterra van a ser las 0200 horas cuando esto escribo, aquí serían las mismas 0200 horas pero la mente tendría que adaptarse a pensar que hoy anochece aquí a las 0130 aunque a esa misma hora ya el sol estaría en lo alto en Beijing. Los chinos sabrían que las 0200 sería la hora de almorzar. Aunque la propuesta del Tecnológico de Massachusetts era científicamente útil, adoptarla crearía levantamientos populares. Perversos populistas como Salgado Macedonio se aprovecharían de la ignorancia de la masa como hoy lo hacen con sólo 60 minutos de cambio. 

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