En el juego de la política, porque es un juego de poder, lo que menos importa es el ciudadano, y lo que más vale es imponerse al rival, la moraleja es analizar qué partido o político quiere fastidiar a quién y por qué.
O qué puede obtener a cambio.
Hace dos semanas le compartí mi opinión sobre cómo juega el Partido Verde a ser oposición en su intento por parecer un partido útil en una coyuntura en la que los partidos políticos lo parecen (son) cada vez menos.
El Partido Verde dice que el proyecto del centro comercial City Center, palabras más, palabras menos, destruirá el humedal del parque Los Cárcamos. El tema ya escaló y el nuevo partido al que se le pegó cómo rémora el Verde, Morena, exhortó a autoridades federales a que las obras de dicho complejo sean frenadas en tanto se revisan los permisos pertinentes.
Los exhortos, en lo que al Poder Legislativo compete, equivalen a ese momento en el que usted se encuentra a un amigo que tiene mucho tiempo sin ver y le dice “oye, pues luego nos vemos, ¿no?, te escribo para ponernos de acuerdo”. Y ese momento nunca llega. Llamémoslo una flagrancia que en principio tenía una buena intención.
En lo que corresponde a ese complejo City Center, que se convierte poco a poco en un botín o una liga que está por verse quién estira más para precisamente ver quién tiene más poder, solo quisiera recordar varias cosas.
Hace al menos 20 años, como ciudadano de a pie y reportero, fui en innumerables ocasiones a ese espacio que, olvidado, asqueroso, recuperó alguna administración municipal. Y ahora resulta que es el oasis que salvará la ecología de León.
Antes de que eso ocurriera, a nadie le importaba, pero ahora, parece que es el lugar más importante de la ciudad. Yo le llamo a eso oportunismo, oportunismo del bueno.
Luego, el oportunismo se desborda en manipulación, casi en fake news, cuando se dice que quien construye roba agua de ese humedal, casi un oasis, pero luego dice que siempre no, que lo que hace en realidad la empresa es inyectar agua al humedal. “Ustedes disculpen”, les informamos mal (pero ya le pusimos un buen quemón a la empresa).
Si la obra se hace, habrá un impacto económico positivo para la ciudad, y si no se hace, algún o algunos partidos, habrán demostrado que no están de adorno.
Vuelvo a preguntar: ¿y quién piensa genuinamente en lo que es mejor para la mayoría de los ciudadanos?
En efecto, nadie. Fíjese bien quién le quiere vender espejos, porque a final de cuentas, usted, con sus impuestos, es quien le paga.
El autor es Director Editorial de Quinto Poder y colaborador de am en la Ciudad de México.
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