“Los ángeles no tienen cromosomas”, Verdad irrefutable

 

Todos los seres humanos somos diferentes. ¿En qué?; en todo porque resultamos entidades únicas en los diversos aspectos, desde físicos hasta espirituales. Cada uno su identidad con destino que ha de trascender y herencia genética; pero con inconfundible individualiad.

Los filósofos más famosos o teólogos encumbrados, juglares, cronistas, historiadores, novelistas, no tocan y menos con profusión o detalles, una realidad que, en la vida real sorprende y reta, sobre todo, a padres de familia.

Hace ya décadas, sin embargo, para la mejor marcha humana, varios científicos nos ilustran respecto a que cuando en una persona su cromosoma 21 no es igual, se produce cierta diferencia conocida como síndrome de Down.

Los padres de Gabriel, Luz María Vázquez García y Francisco Javier Alcalá, que no esperaban tal realidad, al nacer su bebé se sobrecogieron.

Su pediatra, sin ocultar nada, les descorrió el velo de una situación ni remotamente imaginada. La madre pensaba que si tres hijos eran normales, ¿por qué motivo este niño sería diferente?

Pronto aceptaron la verdad y frente a ella comenzó una tarea titánica. Primero no esconder nada y luego unir a familiares, amigos, conocidos para buscar ayuda. Se dio la díaspora, pero al revés, en lugar de dispensión, la solidaridad se puso de manifiesto. 

Consultas a instituciones en ires y venires, sumar y sumar esfuerzos, recursos, hasta que se hizo el milagro de crear una institución: ALAD (Asociación Leonesa para la Adaptación al Down). Hoy atiende a 220 concurrentes.

Gabriel, como otros niños y niñas, creció en todos los sentidos. Estudioso tomó cursos diversos, sin limitantes, claro que contando con la sabiduría y paciencia de apasionados maestros. 

Hoy en día, a sus 30 años, ha destacado en computación a un consistente nivel. Ha trabajado en diversas y muy conocidas  empresas. Quienes lo conocen saben que es insistente, no lo vencen ni el tiempo o las circunstancias, por eso vive de su trabajo. 

Reflexiono para mis estimados lectores respecto a la cantidad de niños, jóvenes, adultos que lo tienen todo físicamente hablando, pero en vez de luchar y triunfar se dedican a la molicie (o sea la pereza, un relax exagerado) y hacen desperdicio de su persona como si no quisieran trascender.

Gabriel, como muchos de su condición, es un ser gigante, que anda por ahí, sin ostentarse, entre nosotros, como si no quisiera llamar la atención; va y bebe su café, compran sus libros, charla; pero principalmente ama y se deja querer. 

Deportista comenzó a entrenar a los seis años y obtuvo triunfos a nivel municipal, estatal y nacional. Ganó cuatro medallas de oro y una de plata. 

El significado de estas preseas fue de un enorme simbolismo; en primer término  eran competencias estatales, por lo que la preparación resultó intensa. 

Este relato de su madre nos dimensiona el nivel de Gabriel. Dice Luz María: Nunca llegábamos tarde a nada y menos a los entrenamientos, no nos gustaba y mucho menos a Gabriel estar fuera de horario. Un día fuimos al doctor con su hermana chiquita, pero no nos recibía y Gabriel tenía entrenamiento en la alberca del Seguro Social. 

“Yo estaba angustiada por las dos situaciones y entonces Gabriel se acerca y me dice: Mamá, yo puedo irme en camión. No hijo, ¿cómo crees?, yo no se ni qué camión tienes qué tomar, ni siquiera lo que cuesta. Yo pregunto, mamá. Tienes que tener confianza en mí. En el coche tengo mi maletín”.

Accedí. Le dí dinero y le dije que conocía su teléfono y sabía en dónde vivía, que si se perdía me hablara. Confío en que vas a llegar al entrenamiento. Y lo encomendó al cielo.

“Angustiada entramos con el doctor quien al conocer el hecho se alarmó. Nos atendió de prisa. Nos fuimos al Seguro y la sorpresa fue enorme ya que encontramos nadando, con la pasión de siempre, a Gabriel”.

Clasificado y seleccionado para,  a los 18 años, asistir a las olimpiadas mundiales y especiales de Carolina del Norte, Gabriel conquistó tres medallas: oro, plata y bronce. 1998.- 25 de junio-. Compitió en 100 metros dorso; 100 mariposa; 50 libres y 25 relevos. La gloria para sus 40 familiares allí reunidos.

¿Capacidades diferentes? Sí, claro; pero que superan a muchos que nos consideramos “normales”.

Atendamos este consejo de Luz María:

Es muy importante desarrollar habilidades sociales e independientes en los jóvenes con Síndrome de Down. Todos los esfuerzos emprendidos sobre la independencia y autosuficiencia de Gabriel mejoraron su calidad de vida y la de cuantos, familiares o no, estamos en su entorno. Esto le ayuda a realizarse cada día más y sobre todo cuando yo ya no esté.

“Un muchacho o muchacha de 30 años sin independencia es una persona que tiene mayor discapacidad y buscará depender de algo o de alguien”.

Debo en este espacio y a propósito del tema tan trascendental, rendirles tributo de admiración a los padres, abuelos y familiares en general de personas con capacidades diferentes, por ayudarles a ser gigantes, del esfuerzo  y la fe, que viven entre nosotros como ejemplos de grandeza social, moral y espiritual.

Igual elogio para Francisco y Chelo Valdivia, hoy radicados en Guadalajara, quienes sacaron no adelante sino muy adelante, a varios de sus hijos con serias deficiencias auditivas. Pensaron siempre que el querer es poder y junto con ellos… ¡triunfaron!

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