Ciudad de México.- En febrero, Bertha Cruz tomó una de las decisiones más difíciles: cerrar la estancia infantil donde educaba a 44 niños indígenas de Zinacantán, Chiapas.

Junto con el suyo, otros nueve centros de cuidado en ocho municipios de Los Altos de Chiapas, donde 70% de sus habitantes viven en pobreza extrema, también suspendieron el servicio.

Estas sedes formaban parte de las 9 mil 582 inscritas en el Programa de Estancias Infantiles que el presidente Andrés Manuel López Obrador decidió cancelar.

Ante la falta de subsidio gubernamental, se calcula que la tercera parte de ellas ha cerrado y las que permanecen abiertas disminuyeron el número de niños entre 50 y 70%, pues al incrementar sus cuotas los padres no pudieron pagar y sacaron a los menores, lo que también llevó al despido de profesoras.

En Chiapas están registradas 381 estancias, y hasta el 28 de febrero había cerrado más de la tercera parte. Actualmente, existen alrededor de 200 esperando respuesta sobre sus amparos. Muchas de ellas están buscando el apoyo de organizaciones internacionales para reabrir.

Agonizando

En Morelos, de las 315 estancias que había en diciembre, 45 cerraron, y a finales de abril lo harán otras 20, el resto registra una reducción de menores.

María Elena Sánchez, propietaria de una estancia, recrimina la decisión de AMLO.

Son escuelas de primera infancia, aquí se educa a los niños, se trabaja en su desarrollo, no somos cuidadoras, así que la medida política que tomó el Presidente atenta contra el desarrollo del niño.

Debido al recorte, la dueña de Pekes Campeones, ubicada en la Colonia Lázaro Cárdenas, de Cuernavaca, subió de 600 a mil pesos la cuota, por lo que de 60 niños que tenía el año pasado, sólo acuden 18.

De acuerdo con cifras oficiales, 80% de las madres que usaban las estancias son vendedoras ambulantes, trabajadoras domésticas, obreras, secretarias o trabajan en algún negocio pequeño.

María de Lourdes Sánchez, representante de estancia Colibrí, en Azcapotzalco, cobraba mil pesos, pero en febrero aumentó la colegiatura a mil 900 mensuales, y de sus 58 alumnos, 24 ya no asisten.

Lo único que me gané fue el descrédito, hasta los padres desconfían de qué hacíamos con el dinero. Todo está invertido en la educación de los niños, que hagan cuentas.

Ella argumenta que son 100 pesos por seis horas al día, en las que se enseña a los niños desde cómo comer, su higiene personal hasta leer y escribir.

Se quedan el dinero

Diana optó por sacar a su hijo de tres años de la estancia infantil y quedarse los mil 600 pesos que le entregará el Gobierno federal bimestralmente.

Las representantes de estancias consideran que la mayoría de los padres que recibirán dinero optarán por quedarse con él.

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