Por la frecuencia de sus referencias, por la crítica sumaria a sus contenidos periodísticos y de opinión, el presidente Andrés Manuel López Obrador designa al periódico Reforma como su contraparte ideológica.
Vemos y escuchamos en sus conferencias mañaneras la insistencia sobre una prensa “fifí”, conservadora y dependiente del pasado salinista. Primero fue la insistencia de que el diario revelara la fuente de la que obtuvo el borrador de la carta que le enviaría al Rey de España.
Reforma jamás revelará una fuente ni cualquier medio que se presuma leal puede hacerlo, en ninguna parte del mundo libre. Eso dio pie a la entrevista más dura que ha tenido el Presidente en sus mañaneras. Jorge Ramos, columnista de Reforma, le explicó primero que las fuentes no se revelan y pedirlo era una presión equivocada. Luego vino el encontronazo de los datos sobre la violencia y la referencia siempre a Reforma.
Los calificativos del Presidente hacia Reforma se desgranaron: prensa “fifi”, conservadores, defensores del pasado, hipócritas y, al final, la apreciación de que si el periódico seguía así, terminaría siendo un “pasquín” al final del sexenio.
De inmediato las organizaciones de prensa internacionales y periódicos relevantes en la escena mundial como The Guardian, advirtieron el peligro de la animosidad contraria a los periodistas independientes o críticos. México es un país donde la profesión es una de las más peligrosas. Atizar los ánimos de millones de seguidores fanatizados, podría llevar a la violencia en contra de los periodistas, particularmente los de Reforma.
Luego el Presidente dijo que los medios eran “intocables”, y que durante su mandato respetaría la libertad de expresión.
¿Qué sucedió? Tras el telón de las mañaneras, Reforma se convierte en el medio de referencia por excelencia en el país. Al tratarlo como el adversario conservador y “fifí”, al ponerlo en el costal de la mafia del poder desde Salinas, AMLO lo único que hace es agrandar, ensanchar la presencia del medio en el país. Si su lectura ya era una referencia obligada para todos los políticos y el círculo rojo, hoy su influencia crece y se convierte en el punto de encuentro de todos quienes no votaron por Morena y también quienes lo detestan.
Pasó con el The New York Times en EU. Cuando Donald Trump lo tildó de “failing Times” (periódico fallido), cuando dijo que era “enemigo del pueblo”, la celebridad del Times creció en todo el mundo, al igual que sus suscriptores. Los observadores le llamaron el “Trump bump” (rebote por Trump). El diario neoyorquino había sufrido el cambio y la crisis del 2008. Tuvo que recurrir a Carlos Slim para su rescate; tuvo que vender y rentar sus oficinas. Sus acciones habían caído hasta menos de 10 dólares.
Con Trump comenzó de nuevo su ascenso. Los ingresos y las utilidades crecieron. El valor de su acción en el mercado se multiplicó por tres. Trump se revolcaba (y se revuelca) por la postura antagónica, liberal e hipercrítica del periódico, pero ahora ya nada puede hacer. De aquí a las elecciones del 2020 Trump recibirá toda la artillería crítica posible de la mayoría de los periódicos de Estados Unidos.
AMLO le ha dado más publicidad y presencia a Reforma en sus mañaneras que cualquier campaña publicitaria. El pronóstico es claro: el sexenio terminará y Reforma no se convertirá en un pasquín, será el más creíble de los periódicos por su postura independiente. Como ha sido desde que nació.