En los últimos minutos del martes pasado el Presidente Andrés Manuel López Obrador envió al Congreso de la Unión el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2024, que por primera vez -nunca antes había ocurrido- será aprobado por el mismo.
Es un documento breve, en el que no profundiza ni en el diagnóstico ni en la propuesta de solución a los grandes problemas y retos que enfrenta el país.
De los primeros apuntes que les puedo comentar es que en vez de un documento técnico de políticas públicas, es un manifiesto político y propagandístico, en donde se repiten afirmaciones que López Obrador ha venido diciendo desde antes de su campaña electoral y en las ya clásicas mañaneras, delineando un conjunto de buenas intenciones enmarcadas en una crítica ideológica constante al “neoliberalismo”, palabra citada 33 veces a lo largo del corto documento, al cual prácticamente responsabiliza de todos los males del país.
Al igual que en las mañaneras, sigue sin incluir ninguna estadística ni datos que avalen las muchas afirmaciones que se hacen; tampoco menciona herramientas concretas de política pública para lograr los objetivos planteados.
Como receta genérica, al igual que la famosa “pomada de la campana”, en prácticamente todos los temas se propone el fortalecimiento del Estado como el gran motor del desarrollo en detrimento de los agentes privados.
Los cinco apartados del Plan Nacional de Desarrollo en revisión son: Presentación; Política y Gobierno; Política Social; Economía y un epílogo con la visión 2024.
En el apartado de Política Social, expone como ha venido ocurriendo, que la estrategia -por no decir la única- es la entrega de apoyos monetarios a diversos sectores de la población: adultos mayores, personas con discapacidad, niños y jóvenes menores de 18 años en situación de pobreza extrema y que estudien en una escuela pública, jóvenes entre 18 y 29 años que ni estudien ni trabajen o sujetos agrarios.
No se habla del aumento de capacidades para poder superar de manera efectiva la situación de desventaja en la que se encuentran millones de mexicanos.
En materia de salud, solamente se propone sustituir el Seguro Popular por el Instituto Nacional de Salud para el Bienestar. Así que la Salud Nórdica que tanto a predicado quedará en los hechos sin efectos.
La intención única es volver a centralizar los servicios se salud a cargo de la Federación y que todas las inversiones hechas en hospitales, infraestructura médica y personal en todos los estados, se envíen de regreso a Lieja y Reforma, para desde allí atender a los más de 53 millones de mexicanos sin seguridad social. Así de ligeras las decisiones.
Cual si fuera un borrador de un manuscrito inacabado, se cita como único objetivo el siguiente: Promover y garantizar el acceso efectivo, universal y gratuito de la población a los servicios de salud, la asistencia social y los medicamentos, bajo los principios de participación social, competencia técnica, calidad médica, pertinencia cultural y trato no discriminatorio.
Las ocho estrategias propuestas para lograrlo, sin ningún dato de población objetivo, tiempo, recursos y costos, quedan como un catálogo de buenos deseos.
Daré tan solo el ejemplo del acceso efectivo, universal y gratuito de la población a los medicamentos en los hechos revisables del Presupuesto 2019: Se aprobaron 70 mil 417 millones de pesos, lo que equivale al 13% del Presupuesto público en Salud.
Este monto representa un recorte del 10.5% respecto al presupuesto ejercido en 2013, que fue el primer año de ejercicio del presidente Peña Nieto para el mismo concepto.
La inversión en medicamentos en el sexenio de Peña Nieto fue disminuida año con año y la población aumentó año con año.
A pesar de que las cifras oficiales de surtimiento de recetas del IMSS, del Seguro Popular y del IMSS Próspera muestran valores superiores al 80% en 2016, la población que pagó por medicamentos de su bolsillo a pesar de tenerlos garantizados en su sistema de salud, se incrementó en un millón y medio de mexicanos respecto a 2014.
Como es fácil de observar, en 2019, con la reducción al presupuesto asignado por el presidente a la compra de medicamentos, los ciudadanos tendrán que utilizar más el dinero destinado a las necesidades de su hogar para comprarlos.
Con este breve ejemplo se pone de manifiesto que el Plan Nacional de Desarrollo propuesto es francamente insuficiente para ser la brújula que guíe hacia los objetivos propuestos.
Será responsabilidad ahora de nosotros los legisladores, el hacer propuestas de modificación.
Se necesita mayoría simple, así que deseo que los legisladores del Morena estén dispuestos a hacerlo.