Chumel Torres es el típico personaje que atrae masas y logra que sus tonterías se conviertan en algo “trascendente”. 

Pero lo mismo lo pueden conseguir Andrea Legarreta, Sergio Mayer, Galilea Montijo, Mauricio Clark o hasta Ninel Conde. Voluntaria o involuntariamente. Todos estos personajes son capaces de conseguir que lo que dicen sea tema de conversación (o burla) durante días. 

No sé ni me interesa de dónde salió Chumel, ni su caso de “éxito”, pero le puedo compartir que lo tengo en el radar desde que empezó a ser colaborador en el sitio ADN Político, de Grupo Expansión. Ese sitio web ya no existe, pues ahora se ha fusionado con Expansión, que ha dado forma a la plataforma Expansión Política. 

Torres irrumpió como “columnista”, supuestamente irreverente y sarcástico, y en su biografía de Twitter, presumía ser columnista de CNN México, lo cual era falso, pues quien escribe esta columna, era el responsable de gestionar cada artículo de opinión que era publicado en esa plataforma de Grupo Expansión. 

A Chumel, digamos, le daba “penita” decir que escribía en ADN Político, pero presumía ser opinólogo de CNN. ¿Qué más da?, si eran sitios hermanos, imagino que habrá pensado.

Después Chumel alcanzó la fama gracias a “El Pulso de la República”, sus videos en YouTube con los cuales una generación joven pensó encontrar un análisis poco formal de lo que ocurría en el México del recién electo Enrique Peña Nieto, del “Pacto por México”, y de todo el desastre que dejó el sexenio anterior. 

Chumel despuntó aún más: empezó a dar conferencias en universidades (contaminando más las mentes de los universitarios) y últimamente hasta la cadena HBO le abrió un espacio en su programación. Tiene rating, como lo puede tener un programa con payasos o edecanes. El criterio sobre si un programa es bueno o no, depende del gusto de la audiencia. En eso no me meto. A todos, siempre, nos ha gustado algún programa basura, “gusto culposo”, se le llama. 

Luego está el tono actual del llamado “tuitstar”, en su cruzada contra López Obrador. 

En la carnicería que son las redes sociales, Chumel es un experto en marinar las carnes. 

Es un maestro para soltar anzuelos, para generar división, inducir crítica y sembrar veneno. 

No es el único, pero es uno de los más representativos de “su clase”. 

Las redes sociales no son benditas, sino el espacio perfeccionado, de estos tiempos, para encarrilar borregos y llevarlos al lugar que tú deseas. 

Chumel es uno de esos pastores que han llevado las redes sociales al despeñadero. Con todo y el criterio y el sentido común del que debería gozar el usuario (ciudadano). Por eso Torres es famoso, porque lleva a su rebaño a donde quiere: a una farsa sustentada en su fama.   

Como la de Andrea Legarreta, Sergio Mayer, Galilea Montijo, Mauricio Clark o Ninel Conde.

Cada personaje tiene un papel según qué audiencia. Y el papel de Chumel es maquiavélicamente excepcional. 

Le recomiendo no caer en su trampa. 

 

El autor es Director Editorial de Quinto Poder y colaborador de am en la Ciudad de México. 

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Twitter: @memocrois

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