Carlos Urzúa dejó la Secretaría de Hacienda como lo haces con una pareja que pensabas que era hermosa e inteligente pero que terminó hablando mal de ti con medias verdades. 

Diría que él y AMLO tenían una relación tóxica: “cortaron”, regresaron y volvieron a “cortar”. No se sabe si para siempre. Urzúa fue secretario de finanzas de López Obrador cuando era jefe de gobierno en la Ciudad de México, le renunció, se unió a él otra vez en la campaña presidencial, fue nombrado secretario de Hacienda y renunció con una denuncia, que amplió en una entrevista con Hernán Gómez Bruera en el número 2228 del semanario Proceso, publicada el sábado. 

Me refiero al tema de los gasoductos, que es el que conozco: 

Dice Urzúa, a quien considero, por cierto, un matemático y economista inteligente y ecuánime, pero despechado y hasta cierto punto no apto para lidiar con la situación que enfrenta el país:

“Uno de los gasoductos paradigmáticos es el que va de Texas a Tuxpan, Veracruz, el cual se firmó hace cinco años y ya se terminó de construir. Ese gasoducto, que provee más de un tercio de toda la demanda de gas en México, fue construido por Transcanada, una paraestatal canadiense, junto con IEnova, una empresa mexicana, subsidiaria a su vez de una empresa llamada Sempra. Puede ser cierto que el gasoducto haya salido caro, como afirma Bartlett, pero lo cierto es que nosotros firmamos un contrato y debemos cumplirlo”.

Y continúa Urzúa en Proceso: “Bartlett no quiere entregar ese gasoducto y pretende renegociar el contrato, pero no está evaluando correctamente su costo, porque al parecer no entiende el concepto de valor presente. Es preocupante que alguien que dirige una empresa de electricidad no entienda el concepto de valor presente. Alguien así no puede dirigir una empresa de electricidad. El problema es que, si no se respeta el contrato, Transcanada demandará a la CFE, porque el gasoducto ya se terminó de construir”, dijo el ahora exsecretario de Hacienda. 

Ahora le comparto lo que Urzúa no dijo en esa entrevista, ya sea porque no le conviene decirlo o porque no se lo preguntaron o porque su despecho no se lo permite (de todo tengo evidencias documentadas):

  1. El contrato del gasoducto Sur de Texas-Tuxpan lo firmó la CFE encabezada por Enrique Ochoa, no el gobierno de AMLO. Debió ser terminado en octubre de 2018 y según TransCanada (ahora TCEnergy) y IEnova, fue terminado en junio de 2019. Todavía no transporta nada de gas, por cierto. Cero, ni una molécula, quizá por ahí haya ratas o cucarachas, pero nada de gas. 
  2. Por cada mes de retraso en la obra de ese gasoducto, la CFE pagó al menos 1 millón de dólares por día, con cargo a sus impuestos y los míos. Súmele cuánto pudo haber sido si se retrasaron de octubre de 2018 a junio de este año. 
  3. IEnova es una empresa dirigida por Carlos Ruiz Sacristán, quien formó parte del gabinete de Ernesto Zedillo. ¿Conflicto de interés?, usted piénselo. ¿Un caso más de exfuncionarios públicos que se van con información privilegiada a hacer negocios en la iniciativa privada para luego “sangrar” al gobierno mexicano?
  4. Sempra, la matriz en Estados Unidos de IEnova, fue investigada por el Departamento de Seguridad Interna de EU por posibles violaciones a la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero, por sus negocios, ¿en dónde cree?, sí, en México. En esta columna no cabrían los señalamientos de desprestigio contra esa empresa. Hasta Felipe Calderón, exsecretario de Energía en el sexenio de Fox, salió salpicado.  
  5. El gasoducto Sur de Texas-Tuxpan no abastecerá de gas natural al sureste del país. Para eso está el gasoducto Mayakan le recomiendo que lea mucho, para que no lo desinformen. El gasoducto marino (Sur de Texas-Tuxpan) se conectará (si es que algún día terminan esos tubos) con los gasoductos Tuxpan-Tula y Tula-Villa de Reyes esos gasoductos, que tampoco han sido terminados y por los que tampoco pasa nada de gas y que también fueron contratados en el sexenio de Peña Nieto, también los paga la CFE con su dinero y el mío. 
  6. El gasoducto Sur de Texas-Tuxpan, llega a la Termoeléctrica de Tuxpan, que genera electricidad a base de combustóleo, no de gas natural. Es decir, el gobierno de Peña Nieto, concibió un gasoducto que transportaría gas natural, llega a una termoeléctrica que convierte energía con un combustible, pero transporta un combustible de otro tipo y no la “acondicionó” el término correcto/técnico es planta de ciclo combinado para que fuera útil. ¿Así cómo? Es como si usted planea remodelar su casa, le pide al arquitecto aire acondicionado en toda la propiedad pero la instalación eléctrica únicamente sirve para encender focos. ¿Cómo se sentiría?
  7. Si TransCanada y IEnova quieren demandar (por algo están en una mesa de negociación, dicen que “el que nada debe, nada teme”) hay una cláusula referente a las pólizas de seguro. Esas dos empresas, entre otras, han cobrado a la CFE tanto a la de Ochoa como a la de Bartlett, en conjunto, también de sus impuestos y los míos, 21 mil millones de pesos porque por distintas razones, han tenido “problemas” para terminar las obras aunque hicieron estudios de prefactibilidad para que eso no ocurriera, también pagados por usted y por mí, obviamente. Pero todas esas empresas estaban obligadas a tener una póliza de seguro. En lugar de huir, Urzúa, como defensor de las finanzas públicas, debió obligarlos a pagar los correspondientes deducibles y recuperar el dinero de los mexicanos. Pero prefirió contar verdades a medias.    

El pasado 3 de abril, en este mismo espacio, le expliqué por qué el precio de la luz no va a bajar, ni bajará. Y la mala planeación y ejecución de los gasoductos es la razón principal, aunque no la única. Falta mucha porquería por contar.  

Supongo que Urzúa habría preferido subir los precios de la luz, y listo. Dinero rápido pagado por su recibo de casa y negocio. ¿Fácil, no? 

Pero usted qué prefiere: ¿pelear porque nuestro dinero ya no se regale o que cada vez que exfuncionarios o funcionarios pacten contratos presuntamente a modo con particulares la sigamos pagando nosotros? 

El despecho y las relaciones tóxicas, salen caras. Pero la presunta corrupción, en este caso específico, mucho más.

Va a parecer broma, pero el señor Urzúa, tristemente, no tenía todos los datos o tenía otros. O sí los tenía y quiso contar su verdad como un triste despechado, cuando en realidad es un matemático y economista reconocido, que ya en dos ocasiones no ha soportado la presión del servicio público.

 

P.D. Agradezco a este diario que haya documentado el asedio de exfuncionarios y funcionarios en servicio en contra de quien esto escribe y el equipo que encabezo. Los gasoductos privados son necesarios, pero no a cualquier precio. 

 

El autor es Director Editorial de Quinto Poder y colaborador de am en la Ciudad de México. 

 

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Twitter: @memocrois

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