Hoy inicia un intento por repoblar la ciudad con bicicletas. Se diseñaron carriles especiales de prioridad para dar seguridad y mayor confianza a la convivencia entre bicis, automóviles y camiones. Un esfuerzo digno de aplauso.
Los urbanistas modernos consideran el automóvil privado como el enemigo público número uno de la movilidad. Ocupa mucho espacio vial con uno o dos pasajeros y usa las calles para estacionarse por jornadas completas.
El municipio establece una tabla invertida de movilidad.
Primero debería ser el peatón. Caminar para trasladarse es sano para el cuerpo y el alma. El enemigo es la contaminación, el riesgo ocasionado por automovilistas sin preparación ni respeto y, por supuesto, el temor a ser asaltado en la vía pública.
El segundo lugar lo tienen las bicis. Recuerdo con nostalgia cuando iba de mi casa de Jardines del Moral al Instituto Lux en una poderosa Hércules 28. Tomaba sólo 16 minutos de bajada y 20 de regreso. Era 1968 y se podía transitar constante a “paso de ranchero” con el mínimo esfuerzo por toda la ciudad. Uno-dos, uno-dos, sin variar. Sería fantástico volver a hacerlo en bici o con una bici eléctrica asistida.
En los Países Bajos o en Dinamarca, la mitad de la gente va en su bici, de traje, con casco; de falda y uniforme corporativo; en “outfit” deportivo o como sea. Envidiable. En China todos tenían bicicleta hasta que se hicieron prósperos y ahora usan motos o bicicletas eléctricas. En Nueva York no hay mejor medio para tramos cortos. El banco Citigroup tiene dispersas miles de bicis en diferentes estaciones.
El tercer medio debe ser el transporte público. Ese es un tema para abordar con toda paciencia, como la deben de tener miles de leoneses a las horas pico. Aunque el SIT fue un logro inobjetable.
Luego sigue el transporte de carga, más importante que los automóviles y las bicicletas porque lleva el abasto para el comercio y los suministros a la industria.
Claro, al final van los autos y las motos. Más los autos que las motos.
Regresar a la bicicleta será un esfuerzo monumental pero debe intentarse una y otra vez. El uso de señales viales, carriles especiales y ciclovías ayudarán a lograrlo. El asunto es atacar a sus enemigos: los automovilistas sin educación, los camioneros exhaustos y los asaltantes nocturnos.
Salvo la parte norte y el poniente de la ciudad, el terreno es plano, fácil de transitar. El municipio escogió nodos adecuados. Pueden ser optimizados con el tiempo. La inversión más grande no está en las bicis, sino en el proceso de educación del usuario y los automovilistas.
Será un proceso largo. Un cambio de cultura debe romperse con un gran impulso inicial parar la inercia, con la meta de tener cero accidentes, cero atropellos y cero asaltos. Para ser una ciudad de primera debemos imaginarla, planearla y realizarla punto por punto.
Cuando el Alcalde y su equipo puedan transitar en bicicleta, sin vigilantes, sin guardaespaldas, sin temores, ese día habremos triunfado. En las ciudades europeas de primera, los funcionarios van en su bici sin temor. Uno de los gestos más interesantes de una sociedad desarrollada es la democratización de la movilidad, la calidad de su transporte público y el respeto al peatón y al ciclista. Vamos en la dirección correcta. Uno-dos, uno-dos, hasta llegar.