Como está la oposición no sería imposible integrar un nuevo movimiento político para contrarrestar la fuerza casi autocrática del presidente Andrés Manuel López Obrador y su Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). 

En las entrevistas que dio antier Vicente Fox y durante la celebración del 80 aniversario de Acción Nacional, el ex Presidente lanzó una propuesta singular: “Darle en la madre a Morena”. 

Para quienes creemos en el oficio de la política como una profesión y una vocación de poder servir y transformar, la expresión fue muy desafortunada. Pero quienes vemos desde la tribuna la vida pública, a veces no entendemos cómo se juega o de qué depende el resultado del juego. Menos podemos comprender a Fox. 

Hace seis años Vicente apoyaba públicamente la candidatura de Enrique Peña Nieto, en una clara traición al partido que lo llevó al poder. Tenía la convicción o la confianza que Peña sería la mejor opción, pero atropellaba a sus compañeros de partido y a Josefina Vázquez Mota

La rueda sigue girando y ahora el partido lo recibe con los brazos abiertos. Resulta un líder indispensable para su reconstrucción. Volvió el ensueño de viejas épocas cuando Fox sacaba al PRI de Los Pinos. 

La nueva administración de AMLO y su fuerza popular resulta imbatible por un solo partido de oposición. Al PAN podrían unirse el PRI, el PRD y el Movimiento Ciudadano en un “Frente” común, un movimiento con nuevo rostro que aglutine a todos. 

La presencia súbita de Fox en los medios con una fuerza que hace recordar sus viejos tiempos tiene ese fin. Cuando vengan las elecciones del 21, el ex Presidente tendrá 79 años pero su energía puede renovarse con la pasión política que lo caracteriza. Su capacidad estará más en la maña que en la fuerza, en la experiencia para olfatear quiénes podrían ser buenos candidatos jóvenes y, sobre todo, cómo alinear a partidos tan distintos en un solo empeño: “darle en la madre a Morena”. 

Ya no sería la izquierda perredista, ni la derecha panista ni el centro del Movimiento Ciudadano, ni siquiera el nacionalismo revolucionario del PRI, sería el movimiento contrario a López Obrador y su Morena. 

Si AMLO no resuelve los diferentes problemas generados en su primer año, crecerá la oportunidad para la oposición. La popularidad del régimen y de su líder no son para siempre y menos con una desaceleración o una recesión económica. Si enderezan un poco las cosas y detienen a Peña Nieto o a peces muy gordos de la pasada administración, Morena podría gobernar sin negociar, sin pedir algo a la oposición. 

De ganar, vendrían los temidos cambios constitucionales y el diseño de un modelo político, social y económico muy distinto al que hoy vivimos y conocemos. 

La oposición tiene poco tiempo. Son 647 días para la elección del 3 de julio del 2021. Un año y medio para tener candidatos, propuestas y una plataforma común. Si lo piensan mucho, llegará el tiempo y perderán todo. 

Morena sería de verdad el nuevo PRI, con instituciones a modo, con una sociedad civil en estado de indefensión y la probable pérdida del modelo democrático y de libertades construido en los últimos 20 años. La meta de Fox puede resonar, puede tener eco y tracción, independiente de su historia personal de triunfos y fracasos. 

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