Cantaba Inti Illimani, -un popular grupo de música latinoamericana- y titulado así, un álbum en los años setenta para difundir, con rabia, el golpe de estado contra el Presidente Allende. Muchos jóvenes en América Latina nos solidarizábamos entonces con el pueblo chileno que era masacrado por la dictadura militar. Debieron pasar dos décadas para que regresara la tradición democrática a ese País sudamericano y que tiene tantas simetrías con nosotros, y arrancar la dictadura de su historia.
La Unidad Popular, el gobierno encabezado por Salvador Allende, tradujo las mejores esperanzas de las mayorías pobres, para ser el primer gobierno socialista que llegaba por la vía electoral. Pero eran años en que vivíamos radicalizaciones ideológicas y el gobierno socialista debió tomar medidas extremas como nacionalizar empresas y controlar la economía, provocando que las grandes transnacionales y los Estados Unidos intervinieran directamente para provocar el golpe de estado poniendo a Augusto Pinochet al frente de una junta militar que se tradujo en miles de muertos militantes del movimiento popular.
Acabada la dictadura, las tres décadas siguientes mostraron que los gobiernos socialistas respetaron la Constitución y el orden económico que creó la dictadura y lograron bajar -de acuerdos con datos de la CEPAL-, de 40% al 10% la cantidad de pobres en Chile. Los análisis sobre este largo País con república centralizada (no federalista) ponen como claves del llamado “éxito chileno” y su vigoroso crecimiento del PIB, factores como: contrapesos institucionales al poder central, ventajas competitivas en los sectores donde podían destacar, enfoque social a la inversión, gobierno eficaz que facilitaba la inversión extranjera y leyes que dinamizaban la economía privada.
Fueron 30 años de gobiernos socialistas y la reelección de la Presidenta Bachelet para que se diera la transición hacia el gobierno conservador de Sebastián Piñera, Presidente que declaró hace 15 días la guerra contra un enorme movimiento popular que salió a las calles tras el incremento al pasaje del metro, pues la economía eficiente se reflejó en precios eficientes reduciendo los subsidios. El estado chileno, se vio presionado por sus acreedores a reducir el déficit fiscal y a reducir los subsidios, como el transporte.
Así, se acabó el “oasis” y vimos que el “milagro” tenía en realidad a las clases medias endeudadas para pagar préstamos y buenos servicios, ante la ineficiencia de lo público. Los jóvenes se negaron a pagar el pasaje privado. Los carabineros (policía militar) salieron a controlar las protestas, pero ya era muy tarde. ¿Qué sucedió en Chile que se dio esta revolución? Hace 10 años los universitarios hicieron ver sin éxito, el efecto de los recortes al gasto social en marchas para protestar contra los recortes a las universidades públicas. La privatización del agua, los préstamos de becas para la educación, el transporte privatizado, las Afores con cargos enormes, los bancos con intereses leoninos, la gestión de la basura con tarifas altísimas, la salud pública con pésimos servicios, provocó el hartazgo de las clases medias frente a la concentración de los beneficios en pocos.
He viajado a la tierra de Neruda. La conozco bien y de cerca. El problema de origen, es la desigualdad social que hizo que salieran a las calles las clases medias; ojo: las clases medias que son el 40%, no el 10% de pobres. Esa es la gran diferencia con México. Aquí los pobres son el 55% y las clases medias solo el 30%, pues los gobiernos neo liberales en México a diferencia de Chile, no disminuyeron la pobreza. Hoy, México no crece su PIB y en contraste, Chile es uno de los 3 países con mayor crecimiento del PIB, pero el 30% de los ingresos están en manos del 1% de los chilenos, situación equivalente a la nuestra. Los salarios son iguales al promedio de América Latina, lo que evitaba que las clases medias pudieran mantener su nivel de vida.
Frente a la crisis, el gobierno de Piñera equivocó la estrategia: respondió con violencia sin comprender y creo ése es el mayor pecado de un gobierno neo-liberal-, que la desigualdad social es la causa del descontento. El movimiento social fue pacífico, de principios, de resistencia civil y que contrastaba con el discurso oficial. La enseñanza de las movilizaciones en Chile, para México es enorme, pues, aunque la economía al igual que Chile funcionó bien en términos de PIB y de PIB/cápita en los últimos 30 años, no fue capaz de distribuir mejor la riqueza. México, ahora con un modelo económico neo-keynesiano, tendrá como desafío crecer el PIB y solo así, generar condiciones para que la brutal desigualdad entre ricos y pobres, fifís y chairos, disminuya, antes de que México nos explote, pero no ya con clases medias como Chile, sino con nuestra clases más pobres.
* Director de la Universidad Meridiano