Como se preveía, el Banco de México baja la tasa de intereses de referencia del 7.75% al 7.50%.
Aunque parezca poco, toda baja de interés resulta un alivio enorme para la economía de las familias, las empresas y el propio Gobierno.
El banco central tiene datos precisos de la desaceleración, de los problemas para las empresas y las familias por eso ablanda su postura y muy probablemente baje más los intereses.
Podrían llegar a 6.5% en el 2020 si la inflación se mantiene rondando el 3% anual. La mala noticia es para los ahorradores que verán sus réditos bajar al tiempo que los impuestos aumentarán a sus depósitos hasta en un 1.54%.
Economistas opinaban que Banxico debería bajar aún más rápido la tasa pero es un tema de equilibristas.
Si se acelera la bajada, los bonos y los cetes perderían atractivo para los extranjeros y una corrida de capital significa una depreciación del peso y luego más inflación. Así que bailan al son y al ritmo que toca la Reserva Federal de Estados Unidos.
Otra buena noticia es la que dio ayer Nancy Pelosi, la líder del Partido Demócrata. Dijo que el T-MEC se podría firmar antes de que termine el año.
A pesar del ruido por el juicio contra Donald Trump, los demócratas comprenden la importancia de dar certidumbre a la inversión en Norteamérica.
Para México tiene dos bálsamos económicos: primero da confianza a los empresarios nacionales y extranjeros y proporciona un halo político de protección contra una desviación populista mayor.
Mientras México esté enlazado a Estados Unidos y Canadá, el modelo neoliberal seguirá en pie a pesar de todo lo que se diga en su contra.
Un tratado de “libre” comercio significa apertura de fronteras, competencia y lucha por la productividad. Nos pone más del lado de los países desarrollados que de la izquierda tropical.
Los conservadores los hay en todas partes, ya hasta Alex Lora es un cantante conservador ante los ojos del Presidente, quien prefiere a John Lennon.
La política exterior mexicana puede ser protectora y simpatizante de los populistas y dictadores de izquierda.
El Gobierno puede invitar a Evo Morales como asilado político y mostrar la querencia de su ideología; puede decir proverbios cristianos o lo que quiera respecto al monstruo del neoliberalismo, pero mientras respete los tratos comerciales con 46 países y la independencia del Banco de México, estamos seguros en el lado correcto de la historia.
En el péndulo ideológico Argentina se sube al peronismo populista con gravísimos problemas que harán sufrir más a quienes votaron por Alberto Fernández y Cristina Kirchner; en Chile también el péndulo va de regreso a una nueva constitución que dé paso a la educación pública superior para todos. No será fácil.
Bolivia regresa al conservadurismo de derecha y rompe con México. Aunque no todo está escrito, pronto Venezuela tendrá un punto de quiebre. Los militares no pueden sostener por mucho tiempo a Maduro porque el dinero se acaba.
Estos tiempos tienen un deja vu, un aire de que ya vivimos gobiernos de izquierda (Luis Echeverría y José López Portillo) que al final se sometieron al canon neoliberal del FMI y el Banco Mundial, ya lo veremos.