El secuestro de Alejandro Vera y María Elena Ávila Guerrero en Morelos, muestra las luces y las sombras de la estrategia de seguridad federal.
Las autoridades federales y estatales encargadas de combatir el secuestro, hicieron un excelente trabajo al rescatar con vida, en menos de 36 horas, a Alejandro y a María Elena.
La fiscal antisecuestros de Morelos, Adriana Pineda, me explicó en una conversación telefónica, la evolución del operativo de rescate realizado por el Grupo Fusión, Unidad Especializada en Combate al Secuestro en Morelos, que funciona bajo su mando desde 2014.
Por razones de espacio, difundiré el texto de la conversación de manera separada.
Dada la vapuleada sufrida por la estrategia de seguridad, hubiera sido lógico que salieran a presumir un trabajo muy bien hecho.
En lugar de ello, las autoridades federales y estatales adoptaron por un hermetismo incomprensible en un Gobierno de Morena, el partido de las mañaneras.
Aventuro algunas hipótesis sobre el significado de esas ausencias.
El gobernador de Morelos es Cuauhtémoc Blanco, un candidato postulado por el Partido Encuentro Social (PES) y Morena. El “Cuau”, como también se le conoce, fue un candidato muy popular, pero con escasa experiencia en política, medios y grandes problemas nacionales.
En mayo de 2018, Jacobo García publicó en El País, una descripción precisa del “Cuau” en campaña: “hace seis meses no hablaba en público, pero empezó a ver videos de López Obrador y a seguir su método: pocas ideas, muchas veces repetidas”.
Cuando ganó la gubernatura se fue al extremo opuesto, porque hablar sobre el acontecer diario, requiere información e interpretación.
Ejercicios complicados y riesgosos.
Reaccionó envolviéndose en sudarios de silencio; pocas veces atiende a los medios y solo asiste a los eventos indispensables.
Delegó el ejercicio del poder formal en el jefe de la Oficina de la Gubernatura, José Manuel Sanz Rivera y el informal, en su medio hermano Ulises, quien según múltiples versiones públicas, va quitando y poniendo funcionarios, mientras dicen cobra moches.
El resultado es un desgarriate observable en la política de comunicación sobre el secuestro.
Quien informó a los medios sobre el secuestro fue Sanz, quien había sido excluido de la mesa de seguridad, desde el 9 de octubre; Blanco sólo envió un tuit después de la liberación, expresando su “reconocimiento a las autoridades” pero sin dar una sola conferencia de prensa.
El secuestro y las ausencias son reflejo del abandono en el que tienen a la ciudadanía.
En Morelos se respira miedo.
Según la última ENVIPE (2019) del Inegi, el 80% de la población teme “viajar por carretera a otro estado o municipio”.
Alejandro y Mariela lo hicieron a las 9 de la noche, iban por una autopista de paga.
Puede entenderse que ese día y a esa hora no hubiera patrullaje por ese camino.
Es incomprensible el silencio sobre la banda operando en esa zona.
En una revisión de las páginas estatales y federales, no se orienta a la ciudadanía con un mapa de riesgos actualizado permanentemente.
Difunden, eso sí, tuits bien “ñoños”.
Seleccioné el siguiente de la Fiscalía de Morelos: “NO vincules tus redes sociales personales a las cuentas electrónicas de tu trabajo, puedes ser víctima de extorsión”.
Minimizan la gravedad de la inseguridad, para no generar pánico social.
Como el recelo es permanente, la ciudadanía desamparada crea grupos en WhatsApp para informarse y viajar por carretera, con un relativo control, porque para entrar al chat, alguien debe recomendarlo.
En Morelos son palpables las carencias en la estrategia de seguridad.
La indiferencia del Gobierno federal hacia el desgarriate creado por tres gobernadores, abre enormes espacios a la delincuencia y eso se refleja en las encuestas de opinión, en los hábitos y en cualquier conversación.
El Presidente y Morena tienen la responsabilidad de controlar a un gobernador ligado a su partido y de hacer más eficiente su gobernar.
En lugar de empeñarse en gobernar con eficacia, se ofenden e indignan cuando se les señalan sus errores y omisiones.
Bien por la manera cómo resolvieron el secuestro, mal por ese ocultamiento de información indispensable.
En Morelos no funciona su estrategia de seguridad.
El rescate de Alejandro Vera y María Elena Ávila Guerrero
El 19 de noviembre de 2019 conversé telefónicamente con la maestra Adriana Pineda, fiscal antisecuestros de Morelos.
Ella dirige, desde 2014, el Grupo Fusión, Unidad Especializada en Combate al Secuestro de Morelos.
En él, participa personal de la Comisión Estatal de Seguridad, de la Policía Federal Ministerial (Fiscalía General de la República) y del Centro Nacional de Inteligencia (Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana) así como la Fiscalía Especializada en Combate al Secuestro y Extorsión del Estado de Morelos.
Reproduzco con su autorización, la manera como rescataron -en 36 horas- a Alejandro Vera y a María Elena Guerrero.
En Morelos, hay una banda que realiza secuestros en el área cubierta por la carretera de Chalco-Amecameca-Ozumba-Tepetlixpa (los tres primeros poblados son del Estado de México).
Son secuestros muy rápidos, porque lo que buscan es sacar dinero inmediato.
Tienen el siguiente método: arrojan estrellas con puntas filosas a la carretera y, cuando se poncha la llanta, agarran a las personas y las meten en zonas boscosas cercanas a la autopista.
El miércoles 13 de noviembre, a las 9 p. m., son secuestrados Alejandro Vera y María Elena Ávila sobre la autopista La Pera-Cuautla, a la altura del poblado de Oacalco.
Se bajan a arreglar la llanta y, mientras la esposa habla por celular con su hermano y le dice dónde está, son secuestrados.
María Elena grita y el hermano llega al lugar lo más rápido que puede.
No encontró el automóvil, porque esta banda cambia la llanta y mueve el auto para no dejar rastros de las víctimas.
Después de las 12 de la noche, los secuestradores le hablan al hermano, pidiendo dinero.
La familia llega a la fiscalía a denunciar los hechos, a las 8 de la mañana del 14 de noviembre.
Iniciamos el protocolo de atención a la familia y procedemos con la investigación.
En estos casos, hay que actuar con mucha rapidez.
En medio de la negociación con los secuestradores (que ya manejamos nosotros) los medios informan sobre el secuestro y los delincuentes se dan cuenta de quienes son, lo cual pone en riesgo la vida de las personas.
Inmediatamente relacionamos ese secuestro con otros que habíamos resuelto o atendido en la misma zona y con el mismo método.
Logramos interceptar el origen de las llamadas y pudimos determinar con exactitud, en qué parte del bosque los tenían retenidos.
Enviamos un helicóptero y personal estatal y federal.
Hacen un cerco y rescatan con vida a los dos secuestrados.
Intercambian algunos disparos con los delincuentes, que sólo tienen armas cortas.
Nos tardamos menos de 36 horas.
Entre diciembre y esta fecha, hemos rescatado a ocho personas y tenemos abiertas cuatro carpetas de investigación.
Tenemos detenidos a cinco integrantes de esta banda y estamos buscando a los que faltan.
@sergioaguayo
Vea en am.com.mx la explicación sobre el rescate