El presupuesto del Estado se verá reducido hasta en un 3% real para el 2020 y sólo el empeño del gobernador Diego Sinhue Rodríguez y su secretario de Finanzas pueden contrarrestar la caída.
Las causas de la reducción en buena parte se dan por participaciones federales planas o menores; menor crecimiento de la economía nacional y un menor dinamismo en la industria. Afectan también el crecimiento de la violencia y la inseguridad porque se tendrán que dedicar más recursos a remediar lo que no se hizo durante el sexenio pasado y crece como la más grande tragedia social en nuestra historia.
Para compensar esa caída el Gobierno puede y debe hacer dos cosas, lo que hacemos todos cuando nuestros ingresos no crecen: buscar nuevos impuestos que no afecten a la producción y a la generación de empleo y la racionalización de su gasto.
La inversión no se puede reducir porque sería cavar un hoyo más grande. Por eso es buena idea pedir prestado para invertir en infraestructura.
Hay oportunidades enormes a pesar de todo. Un ejemplo sencillo es la supercarretera de Guanajuato a San Miguel, que podría financiarse con recursos a largo plazo. Lo único que hace falta es una firma en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.
Como no podemos confiar en la conclusión del Zapotillo en este sexenio tenemos que investigar y desarrollar fórmulas distintas para evitar el colapso hídrico de León. La administración pública puede explorar los miles de millones de pesos enterrados en paramunicipales como Sapal en León y los fondos del Puerto Interior. Tan sólo ahí resolverían el problema del presupuesto con unos 3 mil millones que permanecen dormidos; qué decir de las 900 hectáreas de la fallida refinería de Salamanca, cuyo valor puede rondar los 2 mil 700 millones de pesos y mucho más si se proyecta un nuevo centro urbano. Los bienes son para remediar los males.
Nuestro vecino Querétaro es ejemplo de desarrollo industrial y urbano donde la construcción apoyó muchísimo al crecimiento de su producción y el nivel de vida de sus ciudadanos. Las facilidades a la construcción pueden transformar Guanajuato.
Nuestra entidad puede cambiar radicalmente si hay una transformación en los servicios públicos: la rapidez de los trámites y su transparencia; la facilidad y el apoyo para crear nuevas empresas y la atracción de inversiones.
Celaya, que hoy sufre la peor crisis de su historia, puede cambiar de rumbo si logra convertirse en un puerto interno de envergadura. El estado debe cuidarla como nunca e invertir en su seguridad porque, si no, todo el esfuerzo de su industrialización se iría por la borda. Los ciudadanos están tan angustiados que piden la revocación de mandato de la alcaldesa o cuando menos su renuncia, asunto que no resolvería nada desafortunadamente. La seguridad de Celaya se convierte en un verdadero asunto prioritario. Seguro será la asignatura más relevante para la administración de Diego Sinhue en el 2020.
La creación de proyectos tiene la magia de atraer dinero. Sin ellos el Gobierno puede tener dinero, intenciones y lo que se quiera, pero nunca desarrollará todo su potencial. Ahí esperamos que la contratación de los mejores planeadores de Singapur rinda frutos. Las crisis también son oportunidades y Guanajuato tiene una gran resiliencia frente a las dificultades que serán superadas por nuestro espíritu de trabajo y empeño imbatible.