CDMX.- Los ácaros no solo están en colchones y zapatos. También los tenemos en nuestros rostros.
A estos pequeños arácnidos, parecidos a las garrapatas y de tamaño microscópico, les gusta amontonarse en nuestras caras, específicamente en los diminutos mechones de cabello que tenemos en el rostro, aprovechando los aceites naturales que de ellos emanan.
Una característica de estos ácaros es que buscan activamente el sebo humano, del cual se alimentan.
Además de que duermen y se nutren durante el día en los folículos, mientras que durante la noche se arrastran sobre la superficie de la piel para aparearse.
La vida de los ácaros
Un nuevo video creado por KQED en San Francisco, Estados Unidos, ha demostrado como estos diminutos seres llevan una vida tranquila entre los poros faciales de la mayoría de los adultos.
Investigaciones han permitido saber que estos insectos tienen ocho patas, son transparentes y microscópicos: cada uno de ellos mide aproximadamente 0.3 milímetros.
Los ácaros de la cara viven cerca de las raíces de los folículos del vello facial, tanto en hombres, como en mujeres.
El aceite ceroso que excretan las glándulas ubicadas en nuestros poros funcionan para mantener la piel hidratada. El sebo, producido por estas glándulas, se ubica cerca de la parte inferior de los folículos pilosos.
Sin riesgo
Según un estudio publicado en 1992 por la revista Dermatología Clínica y Experimental, los folículos infestados pueden albergar media docena de ácaros a la vez, los cuales pueden vivir por hasta dos semanas.
Estos insectos no representan ninguna amenaza para los humanos, a menos de que se acumulen en cantidades realmente grandes, lo que puede conducir a una enfermedad llamada demodicosis o sarna demodéctica.