León, Guanajuato.- La Fiera terminó como el mejor equipo en los dos torneos de 2019 si hablamos de la cosecha de puntos, con 74 en total de 35 juegos de la etapa regular del Clausura y Apertura.

También, la Fiera concluyó su año como uno de los clubes con más triunfos al conseguir 22, así como en goles anotados con 79. 

Sin embargo, esta Fiera terminó devorada por un monstruo de cuatro cabezas.

La cabeza con las fauces de las lesiones. No podemos atribuir claramente a un culpable, tal vez la preparación física o quizá una mala rehabilitación y hasta la mala suerte pudieron haber influido.

Lo cierto es que las lesiones fueron una constante en el año, situación que impidió que el León compitiera al cien de su capacidad física en los momentos importantes.

Se adoleció con las lesiones de Iván Rodríguez y en buena parte se atribuyó como una baja clave para la Final del Clausura. Para colmo, “El Jefecito” también se ausentó forzadamente en la recta final del Apertura.

En el pasado inmediato, las lesiones de Luis Montes y Andrés Mosquera con un “Guardián” al que se le extrañó y un capitán que llegó apenitas a los cuartos de final del Apertura.

Casos tan extraños como el de Pedro Aquino, quien únicamente jugó 591 minutos de 3 mil 150. Nada.

Otra cabeza que devoró a la Fiera fue la del “Pecho Frío”. 

El León contó con jugadores que derrocharon calidad en las etapas regulares, pero que desaparecieron en los minutos más valiosos.

Los Esmeraldas se quedaron cortos a pesar de contar con un campeón de goleo y una decena de seleccionados nacionales. La ofensiva desapareció cuando se necesitó un solo gol y la defensa hizo lo mismo cuando se requirió una pierna salvadora.

Hubo figuras, pero los héroes se esfumaron cuando a la historia llegó al desenlace.

Los cuernos de la soberbia también aniquilaron a la Fiera. A pesar de ser un equipo vistoso y avasallador, no pudo quitarse el mote de “levantamuertos” ante los equipos débiles. 

Qué decir en la última serie en la que dejó vivir al Morelia, una y otra vez, a pesar de tenerlo entre las garras para destruirlo.

Otra de las cabezas de este monstruo que le impidió la gloria a la Fiera fue la del desacierto, con decisiones a nivel técnico que truncaron el destino exitoso en varios partidos. 

La decisión que más llamó la atención fue la disciplina interna que impuso Ambriz, sobre todo en el presente torneo, de autocastigar a sus jugadores por una roja. Esto terminó siendo un sable usado para el harakiri.

Ambriz se mantuvo en lo dicho a pesar de los pesares, pero seguramente estará orillado a implantar otro método en el León o en otro equipo al que vaya.

También la manera de manejar los juegos trascendentes, como en el más reciente ante Morelia donde los cambios que hizo resultaron contraproducentes. 

No siempre Ignacio Ambriz tendrá un equipo con casta de campeón y se le están yendo las oportunidades aquí en el León.

Claro que la afición agradece esos momentos de éxtasis teniendo un equipo ganador, sin embargo, se interrumpió intempestivamente el orgasmo del título.

El León hizo la tarea, pero al final no se la entregó al maestro. Horneó el pastel, pero no se lo comió.

Fue un año lleno de muchos goles, muchos puntos y muchas figuras. Un año con muchas anécdotas y las manos vacías.

Twitter @geraslugo

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