Daniela, una estudiante de Biología Experimental de la Universidad de Guanajuato, falleció asfixiada la noche del 29 de noviembre. Se dijo que fue suicidio pero es extraño porque, tan sólo verla, Daniela exudaba la alegría y vitalidad de su juventud.

Sus compañeras de la universidad se rebelan porque la conocían y entendían que el rosario de feminicidios en Guanajuato obedece a la impunidad. En Guanajuato han fallecido 297 mujeres en 2019, víctimas del crimen organizado, del machismo asesino y de la permisividad e incompetencia de nuestras autoridades. 

Las marchas y manifestaciones de las estudiantes y los estudiantes de la Universidad en varias ciudades del estado son una muestra espontánea del hartazgo social ante la impotencia de la mujer guanajuatense.

Coincide su lucha con la de otras mujeres en todo el continente. Las chilenas llamadas Las Tesis, con la armonía de sus bailes y sus voces denuncian la violación, común, en nuestras sociedades. “El violador eres tú, el patriarcado es el juez”. Potente mensaje dice la prensa sudamericana.

Este Siglo XXI será el del ascenso de la mujer a la igualdad en todo el orbe. Desde las sociedades más liberales de Occidente a las más retrógradas del mundo árabe y latino.

Ayuda la comunicación inmediata y las expectativas de una vida digna e igualitaria.

La discriminación de la mujer comienza con las tradiciones ancestrales al considerar al hombre como el único capaz de ligar la humanidad con la deidad y celebrar los sacramentos de nuestra religión, a pesar de que la mayor devoción en nuestro México se entrega a la Virgen de Guadalupe.

Todo cambiará.

Uno de los asuntos más importantes en la discusión legal es el derecho de la mujer a decidir si interrumpe su embarazo dentro de las primeras semanas de la concepción. Un tema que tardará mucho en decidirse legalmente. Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación lo apoya; muchos estados como Guanajuato lo reprueban. El tiempo dirá.

El mundo laboral también debe evolucionar hacia una mayor igualdad: salarios semejantes a trabajos iguales. Cuando pensábamos que en México no era tema la discriminación de género, surgen voces, manifestaciones y marchas por las aberraciones de la época más violenta de nuestra historia.

En el pasado había ciertos códigos de conducta entre las mafias. Las familias eran sagradas y a las mujeres y los niños no se les tocaba. Con las 297 mujeres víctimas de homicidios dolosos en Guanajuato en lo que va del año, tenemos un estado desfigurado, carente de los más elementales valores y respeto.

La miseria humana se despliega igual en ataques a empleadas de una tortillería en Celaya por no aceptar extorsión, que a madres y abuelas que nada deben, salvo la desgracia de tener familiares en organizaciones criminales.

Pero eso sólo es una de las manifestaciones frente a la impotencia de las autoridades ante la mayor desgracia social de nuestra historia reciente. Decimos que la Federación tiene tapados los oídos y el entendimiento cuando propone “abrazos y no balazos”, una estupidez increíble. Pero qué decimos cuando en nuestro terruño las tragedias crecen a diario sin que haya un cambio de estrategia, sin que los responsables de la procuración de justicia o la seguridad pública tengan una respuesta efectiva. En noviembre hubo 12 asesinatos diarios. Ninguna justificación, ninguna explicación convencerá a los ciudadanos de que vamos por el camino correcto.

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