Guadalupe Carreón Miranda
Coordinadora de Proyecto Nuevo Maestro
Entrando a mi adolescencia, en los años 90, las campañas nacionales contra el SIDA estaban en todos los medios. Por supuesto, la campaña llegó a las escuelas. Las pláticas larguísimas que teníamos al respecto generaban miedo y confusión. El lema de la campaña era:
La infidelidad es el puente a través del cual muchas mujeres contraen y transportan el virus: Mantén una pareja estable, usa preservativos correctamente y no tengas relaciones sexuales, ¡Usted decide!
Los embarazos adolescentes y las enfermedades de transmisión sexual son los dos problemas más graves que aquejan a las y los docentes de las escuelas en México, esto refiriéndose a la educación sexual recibida en escuelas. Al parecer estos problemas de salud pública se han mantenido en el transcurso de los años. Según la Estrategia Nacional para Prevenir el Embarazo No Planificado (ENAPEA) logró reducir de 77 nacimientos por mil bebés, en 2014 a 70.5 por mil recién nacidos vivos, en 2018. Es una cifra muy elevada, no es para menos que México representa en Latinoamérica, el primer lugar de embarazos no planeados y en el mundo ocupa el segundo lugar.
El estado mexicano no es garante de estrategias integrales de promoción de métodos anticonceptivos en las escuelas de educación básica. La OMS (2020), refiere 20 métodos anticonceptivos, de este listado solo dos son para los hombres y el resto son para mujeres. Las estrategias que tanto el sector salud como el educativo utilizan para la promoción de los métodos anticonceptivos están conformadas por enfoques sexistas y sin perspectiva de género.
Muchas de estas actividades y dinámicas pedagógicas refuerzan la heterosexualidad y la maternidad obligada, en fin, yo aprendí con esas referencias y actividades. Y ahora así también aprenden los niños, las niñas y adolescentes de las escuelas de educación básica del 2020, a primera vista parece no haber muchos cambios.
El relator Vernor Muñoz, quien redacta el informe Especial de las Naciones Unidas sobre el derecho a la educación en 2010, enfatiza que la educación sexual debe estar libre de prejuicios y estereotipos para no justificar la discriminación y violencia contra cualquier grupo. Señala también la pertinencia de la perspectiva de género y de la diversidad sexual en la educación y políticas públicas.
En México, los programas de educación sexual carecen de integralidad. Estos programas en lugar de garantizar los derechos, los restringen. No hablan de la toma de decisiones sobre el uso del cuerpo, no hay derecho al placer, a la información verídica, a la información sin prejuicios, salud e integridad física. No existe laicidad en los discursos de promoción. Existe una gran carga moral que se centra en la abstinencia, el miedo, la ignorancia, la frustración, el rechazo y la culpa.
Si se oculta o se omite información que promueva la educación sexual, por ende, se habla de violación de derechos. La promoción de esta educación debe estar libre de estereotipos y alcanzar la igualdad entre las personas.
Los avances en las reformas para implementar la ESI (Educación Sexual Integral) no han sido del todo efectivos en México como en otros países, como Francia y Estonia, ambos con modelos estatales de educación sexual desde edades tempranas, incluso desde casa: Los datos hablan de un descenso de las cifras de violencia contra los menores y contra las mujeres. En México, que carece de programas centralizados, los números siguen siendo dramáticos. Es importante reconocer en este apartado, la consistencia para hacer ligeros cambios, pues enfrentarse a sectores conservadores a lo largo de la historia resulta espeluznante. Es más eficiente formar hábitos con niños y niñas desde muy pequeños y hablar de sexualidad, nombrar a las partes de su cuerpo, aprender a tocarse por sí mismos para reconocerse, enseñar en la no violencia de género y no para prevenir una violación etc., eso reduciría los altos índices de abuso sexual, los embarazos en la adolescencia y la gestión de este tipo de hechos ya no se dejaría a la “buena de Dios”.
Acerca del Autora
Miranda es coordinadora de Proyecto Nuevo Maestro en Tamaulipas, Socióloga y Psicóloga Social. Ella ha impulsado proyectos que promueven la igualdad de género en espacios educativos y acompañado a maestros y maestras en el diseño de materiales pedagógicos que promueven la educación sexual integral dentro y fuera de las aulas.