Todos nos vamos a morir un día, aquí todos van a morir. No sirve de nada huir de eso, huir de la realidad”. –Jair Bolsonaro, presidente de Brasil 

Pasa el tiempo y el año termina como el más difícil desde la Segunda Guerra Mundial, cuando Hitler hizo creer al pueblo alemán que era una raza superior. La mentira, el fanatismo y la locura del dictador produjeron la más grande mortandad bélica del Siglo 20. Se calculan entre 50 y 70 millones, una cifra semejante a los fallecidos por la Gripe Española o Gran Influenza de 1918.

Las creencias sin fundamento racional y las afirmaciones falsas para controlar a las masas tuvieron consecuencias que se repiten hoy aunque sea a menor escala. En la epidemia de hace un siglo la mortalidad llegó al 4 por ciento de la población. Uno de cada 25 habitantes. La última guerra cobró la vida de una de cada 40 personas. Gracias al avance científico, el Covid 19 tendrá una letalidad  de un muerto por cada 2 mil 600 habitantes en el mundo.

La respuesta de los gobiernos fue distinta y marcará el futuro del Siglo 21. China domina la epidemia y su economía crece de nuevo. Se toman el brote en serio. El resultado: el país emergente rebasará a Estados Unidos como la economía más grande del mundo en 2028 según estudios de la Liga Económica Mundial. Lo logrará cinco años antes de lo previsto. Asia tuvo la mejor respuesta porque usó dos herramientas indispensables: disciplina y tecnología.

En los países de América el populismo tuvo graves consecuencias. Donald Trump tomó a la ligera la amenaza, López Obrador la quiso minimizar y tuvo dislates históricos como decir que tenía su amuleto listo o afirmar que la enfermedad le “venía como anillo al dedo a la 4T”. Los dos se negaron a llevar cubrebocas. Jair Bolsonaro, de Brasil,  tuvo la actuación más patética con declaraciones en contra de las bases científicas para combatir al Covid. Incluso calificó de “maricas” a quienes levantaban la voz para advertir el problema que venía.

Cuántas vidas se pudieron salvar si la mentira, impulsada por demagogia y la ignorancia no hubieran sido el discurso de los tres gobernantes. En México, por ejemplo, se recurrió a un solo hombre como experto, en lugar de seguir las normas de encargar a un consejo de científicos el problema. 

El costo humano y económico no tendrá comparación con lo que hubiera representado seguir el proyecto recomendado por Julio Frenck, José Ángel Córdova, José Narro, Guillermo Soberón y varias eminencias más.

La conversión de un problema de salud en uno político tiene las consecuencias más graves de nuestra historia reciente. Otra frase que sellará el año fue la del doctor Hugo López Gatell cuando dijo que la fuerza del Presidente no era de contagio sino moral. Se llevará el premio nacional de lambisconería. La historia no terminará bien en las elecciones como creen en el Gobierno. La complejidad de la aplicación de la vacuna sin la ayuda de todas las instituciones posibles, creará cuellos de botella en la logística de su aplicación. Tal vez por eso todos queremos que comience un año nuevo con la esperanza de que haya un antes y un después. Mañana tenemos que aproximarnos lo más posible al futuro. Siempre con la búsqueda de la verdad como primera obligación.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *