Una tras otra, las decisiones de los gobernantes en México nos parecen increíbles frente a la pandemia que crece, enferma y mata. Tan solo ver a Hugo López-Gatell vacacionar en medio del brote más intenso resulta ofensivo para todos. Un insulto a los cientos de miles de trabajadores de la salud. Mientras ellos ofrecen su vida en el trabajo, el Subsecretario muestra su desdén y franca idiotez frente a su responsabilidad de resguardar la salud pública.
¿Cuántos doctores y enfermeras quisieran gozar de un fin de semana en la playa sin tapabocas y olvidarse de la angustia cotidiana de ver morir a sus semejantes? ¿Cuántos quieren salir corriendo ante el riesgo de morir como ha sucedido a más de 2 mil compañeros? Mientras el país tiene la peor letalidad entre los trabajadores de la salud, el burócrata que tantas mentiras ha dicho no se inmuta ni se avergüenza como lo hicieron funcionarios de otros países que inmediatamente fueron destituidos.
Si vemos nuestras calles y nuestros mercados llenos de gente sin guardar distancia, sin cubrirse la boca, sabemos que hay un gobierno fallido. Porque no es durante una pandemia cuando el gobierno deba decir “prohibido prohibir”, ni dilatar las decisiones duras como se hizo a principios de diciembre cuando los expertos recomendaban al Presidente regresar al semáforo rojo de nueva cuenta.
En los comentarios de las redes sociales la gente apuesta que López-Gatell sólo puede tener ese comportamiento porque está vacunado ya, adueñado de un privilegio que sus colegas del sector salud no tienen. La gente o el “pueblo bueno”, como dice el Presidente, no es idiota, no somos retrasados mentales, menos quienes tienen preparación en medicina.
López-Gatell debió irse hace mucho tiempo, cuando la cuenta de muertos llegó a los 60 mil, una cifra que él mismo había calificado de catastrófica. Esa cuenta ya va a más del doble y puede llegar al triple si la nueva cepa de Covid llega a México. En pocos días podríamos ver escenas peores a las que hoy tenemos afuera de los hospitales. Sucede en Los Ángeles y puede repetirse en México si no hay mano firme como en Europa donde entran en nueva cuarentena para evitar lo peor.
Por más que hago cuentas, los números del Gobierno no cuadran. Si comparamos el número de infectados alrededor nuestro sabemos que el porcentaje supera el 6 o 7% de la población. En las familias, en las empresas, en los grupos sociales tenemos noticias de tantos enfermos que sería increíble que menos del 2% de la población hubieran sido los infectados como lo reporta la Secretaría de Salud.
Si el Inegi o cualquier institución seria hiciera una investigación o una encuesta sobre la incidencia del Covid-19, veríamos que al Gobierno no le interesa reportar la verdad. Así como tampoco le importa limitar la movilidad ni establecer cuarentenas. Ahora la 4T encamina su esfuerzo a sacar raja política de la vacunación. Los mismos que reparten dinero serán quienes organicen las “brigadas” de vacunación. Comenzarán desde la periferia, donde no hay tanto riesgo, pero hay raja electoral. Las zonas urbanas, las más golpeadas, podrán esperar. El cálculo del beneficio político sobre las consideraciones científicas pueden convertirse en un búmeran para Morena. El Valle de México, la zona más poblada del país, y las mayores zonas metropolitanas deberían ser las primeras en recibir la vacuna. En fin, no soy experto pero al tiempo aprendemos a oler desde muy lejos las intenciones populistas de un gobierno. Las cosas no cuadran.