Si la Federación investigara la riqueza de los gobernadores actuales y pasados, pocos podrían justificar su modo de vida. Los negocios, los moches y las simples raterías con facturas apócrifas van a dar a cuentas de amigos, compadres, prestanombres y familiares. 

La inmensa fortuna del gobernador de Tamaulipas, Javier García Cabeza de Vaca, es comparable con la que amasó Manuel Bartlett al paso de diferentes secretarías y la gubernatura de Puebla. El hoy director de la Comisión Federal de Electricidad vive en la impunidad después de las denuncias públicas de no haber presentado en su declaración de bienes unos 800 millones de pesos en inmuebles de primera. 

Otro ejemplo es el de Enrique Peña Nieto, cuya fortuna crece tranquila en el extranjero o a nombre de socios desde que fue gobernador del Estado de México. Qué decir de su tío Arturo Montiel, quien mostraba su riqueza sin recato. Tan sólo en Guanajuato en los dos sexenios anteriores fueron públicas las trapacerías de nuestros gobernantes. 

El ánimo del Congreso de la Unión y el Senado no está en hacer justicia sino en mostrar a uno de los gobernadores de oposición más corruptos a simple vista. Con toda la fuerza de la Federación, no hay lugar para esconderse, ni siquiera en el respeto a la ley. Si a Cabeza de Vaca lo detienen, no habrá  fuero local o resolución de la Suprema Corte de Justicia que lo proteja. No lo van a soltar porque el Presidente así lo decidió. 

Será un gran circo de acusaciones entre Morena y el PAN. Esto funciona muy bien para distraer la atención. Mientras dan gritos y sombrerazos en el Congreso y en los medios, el electorado tendrá más claro que el Gobernador de Tamaulipas es un pillo, que entender las complejidades de la Constitución donde la Fiscalía General de la República brinca trancas legales para hacerse de una presa política. 

Hace unos meses, antes del arranque de las campañas, pensábamos que López Obrador nos traería la cabeza del jefe de la mafia del poder, Enrique Peña Nieto. Sería su carta fuerte para mostrar que de verdad habría un combate contra la corrupción. Eso le hubiera dado a Morena muchos votos que hoy le faltan para llegar siquiera a la mayoría absoluta, es decir, más de 250 curules en el Congreso. 

En corto, escucho que Peña Nieto no está manco. Un presidente tiene acceso a toda la información de las cuentas públicas y privadas de la nación. López Obrador lo demostró en la mañanera cuando sacó los números de la fundación de Claudio X. González. Lo hizo como propaganda y presión a la embajada norteamericana para que no le brindara apoyo. 

El ex Presidente debe tener toneladas de información confidencial sobre cada uno de los viejos priístas que hoy están en Morena. Una filtración más sobre Bartlett, Ricardo Monreal, Mario Delgado o Marcelo Ebrard, sería dinamita pura para la llamada 4T. Son demasiados los políticos viejos que usufructuaban el poder bajo las siglas del PRI y hoy se encuentran con Morena. Sobre todo cuando la presión aumenta para que haya información sobre las verdaderas causas de la tragedia del Metro.

Tampoco debemos descartar que Santiago Nieto y su poderosa UIF tengan más bombas para usar días antes de la votación. Dos o tres muestras más podrían descarrilar algunas candidaturas. Quedan pendientes las acusaciones a Samuel García en Nuevo León. Pudieron ser balas de salva, pero nadie descarta que lo presionen por el lado de su familia. El show debe continuar. 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *