Jeanette contestó a su padre enojada: “No, esto no se va a quedar así, quiero la revancha. Esta carrera yo la escogí y si muero en este intento boxeando, así voy a morir, pero amo mi trabajo y tienen que respetar mi decisión” (periódico A.M. Superdeportivo D.1 5/09/2021). Esto sucedió después del 14 de mayo de 2021 cuando perdió por Knock Out ante Cinthya “la Canelita” Orozco en Monterrey, de donde salió conmocionada. La respuesta que había dado a su padre Esteban Zacarías cuando le dijo que ya no peleara más y que dejara así las cosas, pareció premonitoria, pues con tan solo 18 años, Jeanette aceptó otra pelea para enfrentarse a Marie-Pierre en Montreal, Canadá, donde le pagarían 1,500 dólares y 50 dólares diarios más por viáticos durante diez días, así como sus boletos de avión. Su pelea sería el 28 de agosto en el IGA Stadium de aquella ciudad a seis rounds. Jeanette perdió en el cuarto round; quedó noqueada, no volvió en sí, y el siguiente jueves, cinco días después murió por los golpes recibidos.
Este hecho desafortunado aparte de causar conmoción internacional, se convirtió en un escándalo también, porque según José Sulaiman Jr. Presidente del C.M.B., estaba todo en regla, pues aunque había sido noqueada en su penúltima pelea dijo que el Reglamento de Boxeo tenía lagunas, vacíos y algunas oscuridades en varias de sus normas, y una de ellas se refiere a que deben pasar mínimo noventa días después de esa pelea para volver a autorizar un nuevo combate del mismo púgil; y que en el caso concreto la Comisión Médica de Boxeo determinó con base en esta normatividad que ella estaba apta porque el plazo legal se había cumplido el día 14 de agosto y la pelea sería el día 28.
Lo cierto es que este deporte ha sido objeto de críticas y rechazo en el mundo, debido a que por las circunstancias o causas que fueren, periódicamente fallecen deportistas que lo practican, o bien quedan con afectaciones o serias lesiones cerebrales que los incapacitan de por vida.
Me permití abordar este tema, porque efectivamente la práctica de este deporte que no es muy usual, inicia desde los años mozos o al entrar a la pubertad para que vaya madurando y creciendo a la par del desarrollo genético natural, con la técnica del entrenamiento constante y así llegar a lograr el peso estable y adecuado en el cual se pretenda combatir para optimizar sus cualidades. Tuve la experiencia de practicarlo a los doce o trece años al abrigo de un amigo de oficio zapatero por la colonia Industrial, donde nací, como varias veces lo he comentado; tendría mi amigo cuyo nombre de batalla era “Kid Chester”, unos veinte años de edad y entrenaba en un gimnasio muy rudimentario por el rumbo de San Miguel en un Club Deportivo que se denominaba “Club COORDE” y en el argot boxístico se le conocía como “El establo de Kid Viosca” (seguramente algunos lectores lo recordarán).
En esta área había muchos muchachos jóvenes y algunos un poco más maduros ya de 25 a 35 años que solían participar en diversas funciones de box, tanto locales como regionales, en diversos pesos y categorías. Por las tardes lo acompañaba a sus entrenamientos y allí le fui tomando gusto a ese deporte; después de unos meses y ya cursando la enseñanza Secundaria, me animó a participar en algunas competencias contra otros “establos” que había en la ciudad, como el del Coecillo por la calle Baños, el de La Garita y otro que no recuerdo, con competencias a tres rounds, los cuales ya podía aguantar. “Kid Chester”, después de acompañarlo inclusive a sus peleas durante dos años, se retiró sin pena ni gloria y nunca llegó a figurar en ningún cartel, ya no digamos como estelar, sino ni siquiera en la segunda o tercer pelea del programa; al igual que a él, me dolía ver sus derrotas y solamente fui testigo de un triunfo. Nos retirábamos tristes cargando los arreos propios del deporte, hasta que “Kid Viosca” ya no lo admitió en su gimnasio.
Desde entonces, fui aficionado a las funciones sabatinas de boxeo y siempre me ha gustado estar al pendiente de los eventos y personajes destacados en este deporte; como sucedió con el afamado pugilista Rubén “El Púas” Olivares y cierto episodio dramático de su vida que narré en “Un Relato de Justicia” publicado en este periódico A.M. el 31 de agosto de 2008. Con los años he percibido que los protagonistas son afectados no solamente en el aspecto físico, sino también en el anímico, en lo psicológico y te hace sentir la impotencia de no poder vencer a quien ha demostrado ser superior y esa carga emocional te marca para siempre. Pero también contribuye mucho a la autosuperación, al coraje y a la dignidad por vencer los propios límites.
Recomiendo a los amables lectores el libro “KNOCK OUT. TRES HISTORIAS DE BOXEO” por el narrador Jack London y con ilustraciones de Enrique
Breccia. Editorial: Libros del Zorro Rojo. Impreso en Barcelona.