Al comparecer ante diputados, al secretario Jorge Alcocer le detectaron una dolencia grave, ese malestar se llama Hugo López-Gatell. El triste papel del subsecretario en el manejo de la pandemia fue el principal motivo de críticas contra el titular de Salud.

Estoico, el funcionario tuvo que aguantar los embates y dar la cara por López-Gatell, el supuesto experto que iba a controlar la epidemia, pero que se opuso a las pruebas para detectarla, desdeñó siempre el uso de cubrebocas, calificó de golpistas a los niños con cáncer y, en pocas palabras, hizo a un lado la ciencia para darle gusto al Presidente. De “lenguaraz” hasta “asesino” calificaron desde la tribuna al subsecretario.

Hay que reconocerle al doctor Alcocer que, pese a lo que dicen en Palacio Nacional, en sus comparecencias ha sido claro y honesto al admitir el desastre que existe en el sector salud. Sobre todo al asumir que la distribución de medicamentos se ha convertido en el “Talón de Aquiles” de este gobierno, que se preocupa más por su imagen que por dar resultados.

Por cierto que en la comparecencia sacaron feo el cobre las diputadas del PAN que llevaron una lápida con el nombre del secretario. Aludir a la muerte ajena sólo le añade leña a la hoguera de la polarización. Un teatro macabro que devalúa el debate parlamentario.

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¡Ouch! ¡Qué feo se mordió la lengua el diputado morenista Cuauhtémoc Ochoa! Para defender la indefendible contrarreforma eléctrica, el legislador acusó a los gobiernos del pasado de ser neoliberales y privatizadores. Lo que no dijo fue que él mismo formó parte de esos gobiernos.

Fue secretario de Obras en Hidalgo, con Miguel Osorio Chong. Y después fue subsecretario -¡imagínense!- de Medio Ambiente en el sexenio de Enrique Peña. Todo indica que sus ansias por ser candidato a la gubernatura hidalguense son más grandes que su memoria. A él se le podrá olvidar, pero no a los mexicanos que saben lo que hizo el sexenio pasado.

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Más raro que el wolframio es el nuevo movimiento de Gabriel Hernández, quien otra vez dejará el Senado supuestamente para regresar al gabinete presidencial. El anuncio llamó la atención por tres razones.

La primera, que el morenista fue echado del primer círculo de Palacio Nacional luego del fracaso de Morena en la Ciudad de México. Y es que Hernández, desde la coordinación de programas sociales, era el encargado de operar la elección para Claudia Sheinbaum.

La segunda es que se suponía que Gabriel Hernández había regresado a su escaño como senador para servir de cuña contra Ricardo Monreal. La tercera cosa que llama la atención es que desde ayer Monreal no puede quitarse la sonrisa de la cara.

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