El doctor Pedro Pablo Trueba ofreció una charla con el objetivo de hacer conciencia de que la violencia contra la mujer, aunque es un fenómeno añejo alentado por las sociedades machistas e incluso por algunas religiones, es un acto aciago que ha rebasado los linderos de la razón convirtiendo al victimario en bestia y a la víctima en cordero rumbo al matadero.
El ponente hizo hincapié en que la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, que el 20 de diciembre de 1993 aprobó la Organización de las Naciones unidas (ONU) hace apenas 20 años, afirma que esta violencia es un grave atentado a los derechos de la mujer y de la niña y que todo acto de violencia contra ellas, sea físico, mental, sexual o fisiológico implica la discriminación por género y un delito que lamentablemente no se sigue de oficio (aunque la ley lo consigne) y que la propia mujer sin percatarse promueve, cuando “perdona” al agresor, en los contados casos que denuncia un acto hostil, lo que propicia impunidad y reincidencia.
También dijo que aunque numerosos países cuentan con formas concretas para combatir la violencia contra la mujer y han modificado su legislación incluyendo leyes al respecto, los resultados han sido insignificantes, con graves resultados como la muerte, principalmente a manos de sus parejas o ex parejas, sin salvarse de las agresiones niñas, ancianas, ni mujeres con discapacidad ni homosexuales de este género.
“La violencia contra la mujer que en este momento se da hasta en el 20% de los hogares según datos de Amnistía Internacional, sigue siendo una estadística infamatoria que agravia a la sociedad y vulnera los derechos fundamentales de este género. No es desconocido que esta intimidación que a la larga provoca baja autoestima y potencializa la depresión, inicia en la infancia por medio de la cultura del machismo que concede privilegios inadmisibles al hombre por encima de los derechos naturales de la mujer, son propiciados por el autoritarismo del hombre, incluidos hermanos y hasta tíos, y vergonzosamente solapados si no promovidos, en ocasiones por la madre, que repite un patrón de conducta asimilado en su propia niñez y considerado ilógicamente, normal. Más del 80% de las violaciones en niñas las efectúan familiares cercanos de la víctima.
“Yo aliento la esperanza de que mis ojos puedan contemplar el día en que la ONU, considere innecesario el capítulo concerniente a la defensa de los derechos de la mujer y en específico a la No Violencia, porque ésta haya sido superada. Espero que no sea una expectativa demasiado ambiciosa”, concluyó Pedro Pablo Trueba.
Agredir mujeres “es algo añejo”
“Es delito que no se persigue de oficio y que la propia mujer promueve al “perdonar” al agresor”, dice ponente en charla.