Tiene 87 años de edad, su casa quedó destruida por la tormenta que cayó el sábado, ahora, Estéfana Ramírez Rodríguez, doña “Teta”, como le dicen sus vecinos y familiares, vive en el templo del Señor del Agua, en Marfil.
Su cuarto es la sacristía del templo, ahí duerme en un colchón que le regalaron y se alimenta con la poca comida que la gente le regala.
Pero necesita pañales, ropa, calzado para poder subsistir, mientras que le reparan su hogar, el cual quedó completamente inundado por el desbordamiento del río que pasa por la calle Jalapa, el pasado sábado, donde estuvo apunto de morir, el agua le llegó casi al pecho, pero no podía hacer nada debido a su edad ya que no puede caminar, pero un sobrino llegó justo a tiempo, la rescató y la llevó después al templo.
“No me espanté ni nada, a lado de mi cama tengo una imagen de la Santísima Trinidad y le dije: ¿A poco me vas a matar de ahogada?, luego entró mi sobrino Luis Alberto y me ayudó a salir.
“El agua me llegó más arriba de la cintura, yo estaba en la cama, no me podía mover. Ahora estoy aquí (en el templo), la gente es muy amable, me trae comida”, relató.
La señora pide a la gente ayuda para volver a construir su casa o por lo menos cambiarle las puertas de madera que quedaron inservibles y reparar el techo.
La casa ya no se puede habitar
Necesita la donación de madera, láminas, una cama, ropa, cobijas y muebles porque todo quedó inservible, sus familiares se encargarían de hacer las labores de construcción, aunque de acuerdo con Protección Civil, la casa hecha de adobe está catalogada como inhabitable por el riesgo que representa y la antigüedad.
“Hace 80 años, sucedió lo mismo, también se inundaron las casas de aquí, yo apenas tenía 7 años de edad, pero esta vez estuvo más fuerte la lluvia.
“Con lo que me puedan ayudar, será bien recibido, mientras voy a estar viviendo en el templo hasta que me pueda regresar a la casa”, agregó la señora.
Sus familiares la tuvieron que “acomodar” en el templo porque a ellos también se les inundó la casa, el agua alcanzó casi medio metro de altura en la vivienda.
“Queremos empezar a construir la casa de ella, pero no tenemos recursos, esperemos que la gente nos ayude, con madera, con láminas, con lo que sea, para regresarla a su casa, pues no la queremos llevar así porque se deprimiría mucho al ver cómo quedó su casa, porque hasta el momento no la ha visto”, argumentó su sobrino Julián.
AL DETALLE
La fuerte lluvia que cayó el sábado por la noche en la capital provocó que varias casas de cartón, madera y plástico ubicadas en alrededor del área donde se ubica el llamado Panteón Nuevo se deshicieran.
Mientras tanto, las presas de San Renovato y de La Olla siguen, como desde el viernes anterior, desfogando miles y miles de litros. Las lluvias, sobre todo la que cayó durante la noche del sábado y madrugada del domingo, han sido “terribles”.
Poco a poco se desgaja
“Estamos preocupados, hay incertidumbre porque poco a poco caen piedras y montoncitos de tierra, sin embargo, Protección Civil asegura que no hay problemas, que no existe peligro de algún derrumbe”, afirma Óscar Saúl Medina Urióstegui, habitante del Cerro Trozado.
Su casa está ubicada en la parte superior de este cerro, es la zona más inclinada del monte: “Por ello estamos preocupados, vivimos en un terreno peligroso, sin embargo, Protección Civil descalifica nuestros temores”.
Saúl explica que tienen varios años viviendo ahí y “todos los días se desprenden piedritas y un poco de tierra hacia la carretera; esto es casi imperceptible, pero preocupante; y cuando llueve el escombro cae en mayor cantidad, no mucho, pero sí es más notorio”.
La casa no presenta daños estructurales, pero previendo que haya problemas, las habitaciones se encuentran al fondo un poco más lejos de la ladera del cerro, sólo el patio, una extensión de aproximadamente 100 metros cuadrados está al borde del precipicio; entre esta parte de la casa y la carretera hay 10 metros de altura.
El lunes anterior, en la acera de enfrente, luego de un fuerte aguacero, parte de la ladera se cayó, esto preocupa a la familia de Medina Urióstegui.
Durante los 30 minutos que duró la conversación, AM pudo corroborar que efectivamente el desgajamiento del cerro es casi imperceptible; y “cuando llueve es más grave, pero ni siquiera han puesto una malla de protección en esta parte del cerro para evitar que las piedras caigan sobre la carretera, nos han dicho que no tienen dinero”.